Ahora que estamos tan expuestos a las redes sociales, podemos llegar a sentir que tenemos stalkers constantemente; no importa si se trata de tu ex o simplemente de un desconocido. A veces la información que compartimos puede ser nuestro peor enemigo.

Con el uso omnipresente de la cámara y las transmisiones en tiempo real, puede parecer que no solo estás siendo paranoico y que realmente estás siendo observado con aquellas teorías de que cualquiera puede acceder a la cámara en tus dispositivos sin que te des cuenta.

La paranoia es un estado de sospecha de amenaza constante. Los científicos insisten que es una sensación normal, y comprenderlo nos da una idea de cómo los humanos han aprendido a interactuar y anticipar las amenazas de los demás. Sin embargo, tener una sensación de paranoia no significa ir con un psiquiatra o que seas perseguido: la idea de ser cauteloso con los demás en su entorno parece haberse desarrollado como una parte bastante natural de nuestra supervivencia. La paranoia se convierte en un problema clínico cuando es excesivo, exagerado o angustiante e interfiere con el funcionamiento de tu vida diaria.

La teoría dominante es que experimentamos paranoia porque nuestros sistemas nerviosos y cerebros están diseñados para evaluar y resaltar algo que se llama "amenaza social" : las señales potenciales que otras personas nos dan, nos revelan que pueden ser hostiles o no.

La ciencia también reveló que de manera inconsciente podemos "leer" las expresiones faciales enojadas y asustadas muy rápido en otras personas, y varias partes de nuestros cerebros intentan evaluar si deberíamos sospechar de esa persona o no.

Si sientes que tu paranoia se interpone en tu vida cotidiana, debes hablar con un profesional o con un médico de atención primaria sobre las posibles formas de manejarlo. De lo contrario, debes tener en cuenta que un poco de paranoia no es malo. Si sientes que alguien siempre te está mirando, puede ser espeluznante, pero no significa que seas perseguido. Respira y relájate.