Pasados los siete minutos de la medianoche, un ser antropomorfo con rasgos vegetales (un árbol gigante parlanchín) visita a Connor -un pre adolescente sobre el que pesan diferentes problemas-, para contarle tres historias que buscan que el menor analice su misma existencia.

Esa es la premisa de ‘Un monstruo viene a verme’, novela breve de Patrick Ness que es llevada a la pantalla grande por el realizador español J.A Bayona.

‘Un monstruo viene a verme’, crea, sin muchas intenciones de formular un mundo plagado de detalles, un universo fantástico por medio del cual se pretenden legar una serie de valores éticos y morales para jóvenes que atraviesan por una de las etapas más difíciles de la vida, el inicio de la adolescencia.

La novela, que en momentos mantiene cercanía con obras clásicas como ‘Donde viven los monstruos’, se queda corta en términos descriptivos en una cosmovisión que grita necesitarlos.

El lenguaje sencillo, en ocasiones, decanta en pobres alusiones de ideas que requieren un desarrollo más complejo. Las enseñanzas, propias de una persona que poco conoce a un pre adolescente, son por demás universales y lejanas a las preocupaciones de alguien que está a punto de entrar a un mundo lleno de matices a veces incomprensibles.

La entraña, más no lo entrañable, reboza en las líneas de una historia que apenas incluye el desarrollo mínimo de los personajes principales, de quienes se entiende, deben complejizarse en materia síquica y por qué no, física.

Por medio de ganchos sentimentales, Ness busca la generación de empatía, sin embargo es en pocas o nulas oportunidades, que logra el traslado de las sensaciones de un personaje que aspira a ser la mar de emociones, pero se queda en riachuelos efímeros de reflexiones.

‘Un monstruo viene a verme’, es una historia que pudo ser más, pero que en apariencia, la sencillez y brevedad de sus formalidades, la dejan en apenas un intento de literatura adolescente.