La mañana del pasado sábado 11 de noviembre, Óscar Ramón Cardozo Sevilla, un niño de 10 años de edad originario de Honduras, se encontraban a bordo de una camioneta de redilas que circulaba sobre la carretera Malpaso- Las Choapas en el estado de Tabasco; junto a su hermana y otros 30 paisanos, buscaba arribar a Estados Unidos para vivir el llamado “sueño americano”.

Sin embargo, su anhelo de encontrarse con su madre, a quien no veía desde hace 4 años, fue cortado de tajo. 

Mientras el vehículo que acercaba a Óscar y a su hermana de 14 años a territorio estadounidense, avanzaba sobre la vialidad señalada, presuntamente un patrulla de la Policía Federal les marcó el alto, pero los conductores hicieron caso omiso; instantes después, los elementos abrieron fuego en contra de la camioneta.

Las ráfagas alcanzaron a herir a una de las mujeres que viajaba en el automóvil conducido por coyotes que contrataron para cruzarlos hacia Estados Unidos. Un hombre de 50 años, falleció debido a los impactos de bala y Óscar también fue alcanzado por uno de los proyectiles que se incrustó en su cabeza dejándolo gravemente herido.

Una tardía atención médica que lo trasladó a un hospital 3 horas después de haber sido baleado, terminó por truncar el reencuentro familiar. Óscar falleció.

En la versión oficial de los hechos, el Instituto Nacional de Migración (INM) indicó que la tarde del sábado, un grupo de migrantes fue perseguido y emboscado por “un grupo de personas armadas”, quienes les dispararon dejando como saldo a 2 personas muertas, entre ellas el niño de 10 años.

La madre de los menores de edad, que pagó a los coyotes para que cruzaran a su hijos, declaró que estaba consciente de que corrían peligro, pero no tenía idea de que serían autoridades quienes terminaron por asesinar a uno de ellos.

Los traía pensando que me les podía pasar algo en el camino, pero porque un delincuente me les podía hacer daño; pero en este caso fueron personas de un gobierno que en vez de protegerlos, lo que hicieron fue quitarle la vida mi niño”, señaló en entrevista para la cadena televisiva, Univisión.

La versión de las autoridades mexicanas no ha expuesto la identidad de ese “grupo de personas armadas”, pero los padres de los niños han indicado que “se sabe que fueron los federales; ellos dispararon sin saber que hay pudieres haber niños”.

“Sí eran policías, eso me dijeron, que era una patrulla con torreta, y los que les dispararon llevaban uniformes azules como el de los federales”, aseguró Juan Ramón Cardoza, padre de Óscar.

No era la primera vez que Óscar, quien abandonó la escuela en busca de su madre, intentaba llegar a Estados Unidos. El pasado mes de septiembre, lo intentó por vez primera, pero fue deportado.

Por los hechos Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano, pidió que peritos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) investigar y ofrecer un dictamen de manera independiente sobre cómo se dieron los hechos, y si en ellos participaron presuntos policías.

“Es algo que ha sucedido en años anteriores; los migrantes que comúnmente se transportan en estos vehículos, ha sido agredido por las autoridades que incluso dispara en contra de ellos”, apunta Figueroa.

Hasta el momento ninguna instancia mexicana ha explicado con mayor detalle los acontecimientos, y Nurian Lisyana, madre de Óscar, resignada ante su muerte, únicamente pide justicia, pues indica que necesita que “lo que pasó no quede impune”. 

Con información de Proceso, Univisión y La Prensa