Mildred busca respuestas sobre la violación y asesinato de su hija. El departamento de policía después de casi un año del incidente no tiene ninguna pista. La frustración ha llegado a su límite. La sed de justicia crece. Primero: exponer la incompetencia del jefe de policía con tres anuncios. Segundo: buscar al culpable a como dé lugar, todo esto sin importarle que sus acciones poco a poco revelan los verdaderos rostros de los pobladores de Ebbing, Missouri.

El director Martin Mcdonagh escribe y dirige esta cinta con una sola cosa en mente: crear una copia de cualquier filme de los hermanos Coen, pero esta vez con más palabras altisonantes y removiendo los más oscuros dilemas morales de la sociedad americana. 

La historia de Mildred la lleva a revelar los diferentes rostros que muestra la sociedad ante cualquier situación. Aquí la frase favorita de todo político o figura publica en cualquier situación dolosa: “nuestras oraciones y corazones están con las víctimas” es suplantada con una patada en la ingle y un diálogo sagaz.

Macdonald crea una Mildred sin filtro y con hambre de justicia a un punto cegador. La actriz personifica todo lo que quisiéramos decir pero la sociedad y hasta nosotros mismos no queremos escuchar. El personaje de Woody Harrelson (Willoughby) intenta desde el inicio de la historia llegar a un acuerdo para tranquilizar la situación pero solo aviva la furia de Mildred. Harrelson hace un papel totalmente diferente a lo que nos tiene acostumbrado en pasados proyectos dándole la muy necesitada credibilidad que pide a gritos esta historia. Sam Rockwell (Dixon)  personifica a un oficial de policía racista y simplón que busca suprimir cualquier acción de nuestra protagonista pero en el proceso se convierte en un personaje clave en la humanización del racismo y el odio, es aquí donde la cinta pierde gran parte de su  mérito. La exposición del odio, racismo y prejuicios representada en este oficial y su subtrama no debería ser tomada como una historia de redención y empatía donde el guión no crea un juicio, solo expone y canoniza.

Existe una hipersensibilidad en la actualidad hacia temas delicados como la violencia familiar o el racismo, pero en esta película existe entre sus personajes una total neutralidad al respecto. 

“Tres anuncios por un crimen” está nominado en 7 categorías de los Premios Oscar, incluyendo Mejor Guión y Mejor Película, pero es obvio que el momento en  que estamos vivimos es clave para el éxito de esta cinta, y muy probablemente en unos años olvidemos que totalmente existió una historia de tres carteles de carretera que revelaron la basura de un pueblo hecha solo con diálogos inteligentes y violencia gratuita.