Rusia también tiene superhéroes. Llega a México una versión bastante genérica de los Avengers de Marvel pero con sabor ruso. La premisa se basa en la vida de un científico loco llamado August Skuratov, quien básicamente quiere conquistar al mundo gracias a sus experimentos genéticos con humanos, sin detenerse a pensar que podría estar muy lejos de crear criaturas del mal. El resultado es un equipo de superhombres que unen fuerzas para frenar su maldad.

Con un presupuesto estimado de cinco o seis millones de dólares los realizadores se disponen a destronar las franquicias americanas de 200 millones y al final de todo, hacen un genuino esfuerzo en dar vida a esta pieza genérica de superhéroes; sin embargo, es evidente  la falta de calidad en su proyecto. Los detalles son bastantes claros en sus efectos especiales. Tenemos un personaje principal totalmente digital que parece salido de un comercial del osito Bimbo de los ochentas, tanques, helicópteros y aviones que parecen salidos de un paquete básico de un curso digital en 3D. Estos son los detalles que destruyen el universo que intentan construir los realizadores, pero  la cereza del pastel viene a cargo del supervillano cuyo traje de látex está al nivel de cualquier disfraz de Hulk de supermercado.

Narrativamente intenta contarnos una historia de unión entre los personajes principales: la chica que se hace invisible al contacto del agua, un hombre que manipula el viento, un super ninja, y un Oso digital con una enorme arma. Pero es una historia que hemos visto cientos de veces, solo que esta vez con la idiosincrasia rusa por delante.

Todos estos detalles pueden ser pasados por alto si el espectador busca reírse por los 100 minutos de corrida. El verdadero sacrilegio viene con un imperdonable doblaje de ruso al inglés donde los diálogos están peor actuados que cualquier cinta de artes marciales de los setentas, línea tras línea parece que fue grabado con actores de teatro guiñol.

Guardianes es un esfuerzo increíble por competir por un espacio en el extenso mundo fílmico de franquicias millonarias, es la mejor cinta cómica inintencionada del año. Excelente para todo aquel valiente espectador que gusta de cintas con alma de videohome mexicano o busca ver la evolución natural de una cinta tipo “El santo enmascarado de plata”.