Dos ex gobernadores encarcelados en muy pocos días. Cayeron los priistas Tomás Yarrington, de Tamaulipas, y Javier Duarte, de Veracruz.

Antes, había sido aprehendido el panista Guillermo Padrés, ex gobernador de Sonora. Pronto, ya no puede haber la menor duda, irán a la cárcel Roberto Borge, de Quintana Roo, y César Duarte, de Chihuahua.

Seguramente, esa será la suerte del gobernante de Nayarit, Roberto Sandoval, evidentemente ligado al crimen organizado vía su ex fiscal Edgar Veytia. Y, por supuesto, si Jaime El Bronco Rodríguez ajusta lo que tenga que ajustar —y lo ajustará, no le queda de otra—, el mismo destino espera a Rodrigo Medina.

Nunca habían sido perseguidos y castigados tantos ex gobernadores corruptos. Jamás en la historia de nuestro país.

Estamos, sin duda, ante otro México. Distinto no solo en sus estructuras económicas gracias a las reformas estructurales, sino completamente nuevo porque los políticos ladrones ya no abusan de su poder impunemente.

El presidente Enrique Peña Nieto ha cumplido con su deber. Esta es la verdad, punto. El que la niegue lo hará por fanatismo o por intereses políticos, no por objetividad en el análisis.