“Cuanto más sube el mono, más muestra la cola.”<br>

George Herbert of Cherbury

Santa Lucía

Quien cita la Biblia desde el púlpito de la mañanera debiera recordar que el peor de los pecados capitales es la soberbia. Antítesis de la humildad y la forma más sencilla de perder algo llamado “piso”.

La soberbia no permite aceptar los errores. Lo que es peor, soslaya mentiras tan grandes como las de un aeropuerto de clase mundial y las cimenta en las polvaredas vistas en la inauguración del AIFA en Santa Lucía.

No se sabe si fue soberbia enceguecida o una simulación más cuando Andrés Manuel dijo que dicho aeropuerto es el más grande del mundo, el más importante y que cuenta con todas las autorizaciones de seguridad a nivel internacional. 

Vacunación

Nada de eso es cierto. Una retahíla de mentiras tan falsas y perfectas como que no ha habido endeudamiento (el saldo neto de la deuda aumentó 7.8% de 2019 a 2020, equivalente a 12 billones de pesos), el abasto de medicinas que no llegan para quienes más las necesitan o el número mínimo de vacunas que sí han arribado a territorio nacional y que cantan como “misión cumplida”.

Soberbia inaudita el presumir que, en los últimos días, la tasa de vacunación diaria en nuestro país ha superado los 1,000 inoculados. En Estados Unidos, la cifra va de un millón a un millón 300 mil personas vacunadas al día (su población es escasamente tres veces mayor a la de México).

Mientras el resto del planeta empieza a fundar sus esperanzas en que por fin el número de infectados por día es menor a las personas vacunadas, nuestro país sigue teniendo una cantidad de contagiados —¡y fallecidos!— por arriba de la de vacunados. Eso sí, el número de camas disponibles en los hospitales va en aumento, lo cual Hugo López-Gatell presume mucho.

Boato

Para la 4T basta el boato, la promesa y el fuego fatuo para sostener que algo existe o, bien, que está terminado.

La humildad franciscana tan cacareada es tan solo un cascaron huero. No en balde se utilizó un avión de la fuerza aérea mexicana para hacer un trayecto de 11 minutos en el aire, mientras que aviones comerciales estuvieron dando vueltas encima de la pista para hacer ver que podían aterrizar. Ese gasto en turbosina, horas vuelo y contaminación nadie lo toma en cuenta.

Una vez más en esa soberbia mentirosa (si bien luego sus seguidores insisten en que AMLO no miente), el presidente dijo que se había probado que podían funcionar los tres aeropuertos de la zona metropolitana del Valle de México al unísono. Ello solo es una mentira más.

El presidente se ha convertido en un perfecto mentiroso. Se cerró el espacio aéreo al resto de los aviones mientras se cumplía el capricho de López Obrador.

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Lástima que un país no se salva con soberbia ni palabras ni tantas mentiras. Si por ello fuera, ya seríamos Suiza.

Para sacar al país de este marasmo se requieren medicinas, vacunas, impulsar a las empresas, voluntad de unir a un país y un poquito de verdad. Pero la soberbia donde va montado el lopezobradorismo les impide verlo.