Ráfagas de ocaso, dunas escampadas.<br>La luz y la sombra gladiando en el monte:<br>tragedia de rojas espadas<br>y alados mancebos, sobre el horizonte.<br>La culebra de un sendero tenebroso,<br>la sombra lejana de uno que camina,<br>en medio del yermo el perro rabioso,<br>terrible el gañido de su sed canina.<br>

Ramón María del Valle Inclán

Arturo Herrera, secretario de Hacienda, lo dejó claro: ya no hay guardaditos ni ahorros para enfrentar posibles urgencias en el 2021. Este año, el gobierno ocupó —y no precisamente de la forma más eficiente— el dinero que había en varios fideicomisos, en el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestales y en el Fondo para Estabilización de Ingresos de las Entidades Federativas. Las grandes empresas que tenían también enormes adeudos con el fisco pasaron a saldar cuentas en el SAT (¡qué bueno!), y si bien eso incrementó la recaudación prácticamente a niveles récord en este 2020, todos sabemos que constituyen ingresos de una “sola vez”. Desafortunadamente, ante esto y varias de las acciones encauzadas por el gobierno de la 4T hacia los hombres de negocios en México, ya esta puede olvidarse de una reactivación económica, productiva e industrial, de inversiones directas y de creación de empleos formales (y, por lo mismo, de tener una base de recaudación más o menos sólida) en al menos lo que resta del sexenio.

El funcionario calcula que el PIB terminará con un decrecimiento del 7.4% este año y aunque se supone el próximo año será económicamente mejor que este, los márgenes de maniobra serán mucho menores. Si se quiere o se requiere aumentar el gasto (esto no lo dijo, evidentemente) se tendrá que pasar a un endeudamiento brutal. Y el problema quizá no será ese (pues sigue habiendo margen para adquirir deuda), sino que no habrá con qué pagar más tarde. Eso es algo que gente como Herrera o los gobernadores del Banco de México, Alejandro Díaz de León el primero, o los organismos internacionales o las calificadoras crediticias lo saben bien, pero que AMLO no le pasa por la mente. Haber ninguneado al empresariado mexicano, no solicitar endeudamiento ahora, no beneficiarlos con estímulos fiscales, con al menos una relación cordial, tendrá repercusiones después cuando ya no cuente con “su favor” ni con su apoyo para garantizar el pago del endeudamiento.

En reunión con los diputados de Morena, el titular de la Secretaría de Hacienda esbozó un poco lo que será el presupuesto 2021 y solicitó su comprensión para apoyarles con el mismo. Importante que hable así con los legisladores —de hecho, lo único que en el fondo puede hacer a estas alturas—, ojalá no solo sea con los del partido gobernante. Para que la gestión económica funcione (y eso, repito, será muy parcialmente), deberá hablar con los diferentes grupos políticos de la cámara baja.

Encomiable sería que pueda convencer al mismo López Obrador de al menos poner un freno temporal de un año a los elefantes blancos del actual sexenio (y los otros que ya está queriendo agregar a su repertorio). Dado que se trata de reprogramar el gasto, Santa Lucía, el Tren Maya, el parque de Texcoco, pueden esperar y ese dinero podría ser reubicado al gremio hotelero, buscando no despidan a los trabajadores y también, realizando una campaña internacional enfocada en atraer turistas e inversiones a nuestro país.

Entrados en austeridad, sería necesario también tirar la reforma realizada por Manuel Bartlett en la CFE, donde aumentó las jubilaciones de forma desproporcional, poniendo en jaque la capacidad de pago de la paraestatal. Eso sin olvidar las pérdidas que arroja diariamente superiores a los ¡1,360 millones de pesos!

Dado que no habrá de donde sacar dinero, por lo menos que tampoco haya donde tirarlo, como es el pozo sin fondo que representa Pemex. Pero a este se suma Dos Bocas, otro boquete en las finanzas nacionales. Y, de pasadita, para ahorrar un poco se podrían recortar las autorizaciones para arreglar oficinas de secretarios o subsecretarios, así como aplazar el prometido traslado de todas las dependencias de Estado a distintos puntos de la república.

Es cierto que “de grano en grano, llena el buche la gallina”, por lo cual se tienen que encontrar ahorros en lo grande y en lo pequeño, pero tampoco se deben cuidar los centavos y dejar que se vayan los pesos. ¿Cómo es que por ahorrar en computadoras (y la actualización de los programas de seguridad) se está ayudando al país?

Hay muchas maneras de ahorrar de forma real. No en austeridades mal entendidas que se traducen en costos mayores a la supuesta ganancia, como han sido los recortes al sector salud (antes y durante el covid) o con compras del gobierno vía adjudicación directa, en lugar de hacer subastas inversas (intentar conseguir el mejor precio e invitar a diversas empresas a presentar sus propuestas).

Pero hay además una acción que resulta fundamental: dado que las elecciones del año 2021 implican a toda la Cámara de Diputados, a 15 entidades federativas y a un fuerte número de alcaldías, no se puede permitir bajo ningún motivo o pretexto que el dinero presupuestado en ninguna de sus vertientes pueda llegar a las campañas o a los candidatos. Y si bien, esto no depende de Arturo Herrera de forma directa, sí es con controles sobre los presupuestos que se puede atacar la evasión o la malversación.

Sin lugar a dudas, la situación económica sin ahorros será más complicada que la que atravesamos este año. Es por la misma razón que debiera ser requisito indispensable frenar las obras faraónicas e invertir en lo que de verdad es indispensable: la salud de las personas, la educación de los jóvenes, la creación de empleos y una mejor seguridad.

A nivel internacional se sabe que en este año y en el 21 no habrá crecimiento económico, pero la diferencia entre lo que pasa en un país y otro, y su posible responsable, ayudará a que unos salgan primero que otros. Ya sin los ahorros neoliberales, con 90 por ciento de honestidad y 10 por ciento de capacidad, el horizonte económico y laboral en nuestro país pinta fatal.