“La bestia a la puerta brama estremecida,<br>en sus ojos queda la noche otoñal<br>y lejana, aquella noche de mi vida,<br>con sus dos caminos. ¡Y seguí el del mal”.<br>

Ramón María del Valle Inclán

El sábado por la tarde, la Secretaría de Energía (cuenta oficial de Twitter) publicó el siguiente tuit:

Herida de muerte, decía el tuit

El mensaje, emitido desde la cuenta oficial de la Secretaría, arrobaba o ligaba a otras cuentas como @4Transformción y @Somos4T_, que suelen replicar mensaje a favor del gobierno de la llamada Cuarta Transformación.

Tal tuit se dio luego de que el portal Emequis publicara un video donde se ve a la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, en un supermercado hablando por teléfono y sin cubrebocas.

Minutos más tarde, el comentario desapareció de la red del pajarito azul, no así de muchas capturas de pantalla que se hicieron de este. La secretaria Rocío Nahle tuvo que pedir disculpas.

Pero no fue peccata minuta lo vertido en dicha publicación, aunque así se quiera hacer creer. Y ello es porque evidenciaba un contubernio entre los bots que “defienden” a la 4T y su adscripción en el gobierno federal. Las cuentas arrobadas en el mensaje son conocidas por apoyar cualquier acción o decisión emanada de la presente administración y de orquestar ataques a quienes cuestionen sus decisiones.

El tuit es muestra también de un perfecto desaseo entre la acción administrativa de un gobierno y la actividad política proselitista que se da al amparo del gobierno y a costa del erario.

El ataque lanzado en esa publicación eliminada, sirve de acuse de recibo de los errores e incongruencias realizadas por distintos miembros del ejecutivo federal.

Hablamos, por ejemplo, AMLO, Rocío Nahle, Eréndira Sandoval o Luisa María Alcalde (familia incluida). Ciertamente, a ninguno se les cuestiona porque la “bestia esté herida de muerte” o, para el caso, sufra de cabal salud. No se trata de ataques, sino de cuestionamientos a lo que los servidores públicos han realizado bajo esa calidad.

La secretaria Nahle y su arcaica política energética intentando poner un alto a la producción de energías renovables en nuestro país bajo el pretexto de la “seguridad nacional”. De un plumazo anula más de 6 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, sin contar que México se visto como un país no recomendable para invertir.

O qué decir de su anhelo de buscar la gubernatura de Veracruz en el 2024 incidiendo en la decisión del congreso local para modificar la Constitución local; ahora ella puede aspirar a dicha investidura por ser madre de hijos nacidos en Veracruz...

Sin olvidar los negocios de sus compadres, quienes crearon una empresa en agosto y para abril ya producían respiradores para uso médico. La venta al gobierno federal que se pretendía hacer se vino abajo cuando una investigación periodística demostró el conflicto de interés y el posible abuso administrativo.

Siempre se podrá decir que en las administraciones pasadas también había tráfico de influencias (ciertamente se alzó la voz en el caso de la Casa Blanca), errores en el entendimiento del inglés y un manejo sucio de las energías. La diferencia, nada menor, es que la 4T prometió hasta el cansancio que serían diferentes. Fuera de unos cuantos dichos sin sustento, los personajes han fallado.

A Luisa Alcalde no se le critica que compre vino. Pero sí que prepare una fiesta en plena pandemia y máxime cuando el gobierno es el primero en recomendar que no se lleven a cabo reuniones.

Quizá se argumentará —otra vez— que eso es peccata minuta. No lo es. Ahora que si, adicionalmente, la funcionaria federal da un mal ejemplo a la población retirándose el cubre bocas en un espacio cerrado, así sea para hablar por teléfono, significa que no entiende el tamaño de su responsabilidad. (No es sorpresa, sin embargo, si quien debe establecer el efecto demostración para todo un pueblo, se ha rehusado a hacerlo.)

Y no ahondaré en detallar cómo ha sido que uno de los programas estrella de la actual administración “Jóvenes construyendo futuro”, careció de reglas de operación durante un año y no llegó a su meta actual (1 millón de empleos), lo cual no evitará que el presidente López Obrador diga que a través del mismo se conseguirán al menos un millón de empleos adicionales.

Irma Eréndira Sandoval, por su parte, hace tiempo que creyó encontrar la maroma perfecta para exculpar a Manuel Bartlett y sus decenas de casas. Se complicó un poco cuando surgió a la luz el asunto de los respiradores vendidos por León Bartlett al IMSS de Hidalgo, aunque tampoco de eso supo más nada. Simplemente se deshizo el trato, pero la autoridad no investigó cómo se había otorgado en primer lugar.

A lo anterior, tampoco conocemos la situación al momento con respecto a la empresa “Energy” y sus tratos con la dependencia de Energía federal o con relación a las denuncias que penden sobre Ana Gabriela Guevara, directora de la CONADE.

Por cierto, Irma Eréndira —al igual que Luisa María Alcalde— tiene a familiares que laboran en el gobierno federal. Se trata de dos hermanos que, si bien puedan estar ahí por méritos propios, no aclara el porqué, cuando en Guerrero el fertilizante se entregó fuera de tiempo, ni el delegado federal ni uno de los hermanos de la secretaria fueron sujetos ni siquiera a una amonestación administrativa.

No, no son momentos del todo ausentes de bots, modos y moditos y nepotismo por parte de la 4T. Tampoco para que algunos —muchos— de los servidores públicos se quejen de ser severamente cuestionados en la redes. Lo que sí ya viene siendo tiempo es que se pongan a trabajar y que su desempeño sea el que muestre que son diferentes a lo pasado, no una versión más tosca (sí, se puede) de lo que prometieron no hacer.