“Se puede decir que no hay países subdesarrollados sino mal gestionados.”<br>

Peter Ferdinand Drucker

“Si los fondos de bajo costo se hubieran empleado bien, por ejemplo, si hubieran ido a apoyar la inversión en nuevas tecnologías o la expansión de empresas, habríamos tenido una economía más competitiva y más dinámica.”<br>

Joseph Eugene Stiglitz

La senadora Néstora Salgado sufre COVID, se encuentra en estado delicado pero estable. Razón por la cual, después de estar sintiéndose mal en el pueblo de Olinalá, Guerrero y de pasar algunos días internada en algún hospital del puerto de Acapulco y complicarse su estado, fue trasladada en aeronave oficial al Centro Médico Naval de la Ciudad de México.

Algunos critican el trato especial cuando Morena y la 4T piden austeridad. Yo, en cambio, pienso que, ante la enfermedad grave, lo importante es salvar la vida. El Estado, según yo, máxime si se trata de un miembro del partido en el poder, debe proteger y ayudar con todos sus recursos a sus empleados. Hasta ahí, me parece, el asunto específico de Nestora no debe enfocarse como un tema escandaloso.

El problema es que requerir ese trato señala de forma precisa el vergonzoso y deplorable estado de bienestar, particularmente de salud, del común de los mexicanos. De hecho es muestra fehaciente de la ruina del sistema de salud en México y de que no existe (ni existirá) una igualdad en ese sentido para toda la población. La igualdad social de la que habla la 4T es utópica.

La financiación del sistema público de salud lleva años disminuyendo. Sin embargo, para nadie es un secreto que en los últimos 19 meses se ha reducido aún más. Teniendo consecuencias funestas como es la reducción de la atención médica, falta de insumos y desabasto de tratamientos oncológicos, por mencionar algunas.

Lo ideal sería que en Guerrero, ya sea la sierra (de las partes más pobres de la geografía nacional) o en el bullante Acapulco, hubiera hospitales de la calidad del Centro Médico Naval en la Ciudad de México. Al menos que los hospitales y clínicas tuvieran un piso mínimo de atención hacia todos los pacientes, pero esa no es la realidad.

Se requiere un Estado que pueda otorgar un mejor sistema de salud, pero de no poderse realizar, entonces se debería pensar en la necesidad de la IP para la construcción y mejora de cierta infraestructura en el país. Esto es, la competitividad y la productividad son virtudes de la iniciativa privada fundamentales para que el gobierno mejore la atención de la población. Y ello no solo en el rubro de salud, educación o pensiones.

El suponer o pretender que el gobierno de forma aislada puede proveer de todos los bienes a los ciudadanos es irreal, además de costoso en términos de salud y vida de todos los mexicanos.

El traslado de la senadora de Acapulco a la Ciudad de México en una aeronave oficial no debe ser una razón para escandalizarse. Es tan solo una muestra de que el sistema de salud pública no puede brindar una atención medianamente calificada a los mexicanos comunes y corrientes.

La realidad que nos acecha muestra que el sistema de salud público en México deja todo que desear y que, al igual que en muchos otros ámbitos, sí se requiere de la inversión privada para mejorar.