Recuerda, hoy es el mañana por el que te preocupabas ayer.<br>

Dale Carnegie

La Guardia Nacional cerrando rejas en el sur de la nación, particularmente en las zonas que hacen frontera con Guatemala. No solo eso, usando gas pimienta para dispersar a los migrantes centroamericanos que tratan de llegar a nuestro país. Son muchas las imágenes sobre México difundidas a lo largo y ancho del planeta en las pasadas 24 horas.

Qué bien que ya se le encontró una responsabilidad específica a la recién creada fuerza civil; qué mal que sea precisamente esa. Hasta hace muy poco era impensable que el gobierno mexicano utilizara sus distintas fuerzas del orden para cerrar por completo la frontera sur. De hecho, no hace más de tres días, tanto el presidente López Obrador como Gobernación volvieron a ofrecer trabajo en México a los migrantes que se acercaban en caravanas, igual que lo hicieron meses atrás antes de que el presidente Trump amenazara con imponernos aranceles.

Dada la soberanía y legislación propias de cada nación, México puede ejercer su derecho de abrir o cerrar sus fronteras bajo la razón que considere correcta. Lo mismo aduce Estados Unidos al volver más estrictos los controles para ingresar a su país y la razón que esgrime Trump para la construcción de su muro de la ignominia.

La firmeza de la Guardia Nacional obligó a los migrantes (1,500 de ellos) a replegarse y esperar a que al día siguiente, con un incremento en los mismos, intenten de nuevo de ingresar a nuestro país. Nada, al momento, es reprochable a la actuación de la GN, al igual que no deja de ser entendible que la necesidad mueva a las personas a abandonar su país buscando oportunidades de mejor vida.

Pero, a diferencia de Estados Unidos, en este caso en específico se les ofreció a los centroamericanos residencia y trabajo, si bien, es cierto, se les solicitó que esperaran para entrar de forma ordenada y bajos ciertos criterios.

Habría que haber anticipado que ello no sería del agrado de los migrantes, pues lo que piden es libre tránsito para llegar más allá del Río Bravo.

No obstante, el gobierno mexicano informa que asignará recursos a los países centroamericanos para que ahí se queden a trabajar quienes buscan salir y que, quienes quieran entrar a México, puedan quedarse en el sur de nuestro país en el programa “sembrando futuro” y con ello se les pagaría un salario.

Cabe, entonces, la siguiente pregunta: ¿dicha propuesta es realizable? Y la respuesta es no. Cuando sabemos que en el año pasado no solo no se crearon trabajos formales en México, sino que también se perdieron, cabe interrogarse sobre los futuros empleos de los que está hablando el gobierno. ¿Los que no se crearon y no hay visos de que surjan próximamente? ¿A los que debiera dársele con prioridad a un mexicano?

Agreguemos a salud, seguridad, economía y educación un rubro más donde se percibe mucha improvisación y pura propaganda gubernamental: la migración centroamericana. Una crisis que ya se anuncia en todo su esplendor.