Yo confieso ante Dios todopoderoso, y ante ustedes, hermanos...<br>

Yo Pecador

¿Desde hace cuánto que la ex lideresa del magisterio nacional se ha confesado? Hablo desde el punto de vista de sus fechorías políticas, claro está.

¿Lo habrá hecho alguna vez? Yo no recuerdo haberla escuchado... Más bien, por todos es conocido que prefirió irse a la cárcel antes que arrepentirse de sus pecados o renunciar a los legendarios placeres de la vida material que ofrece el Fashion Valley de San Diego.

Pero eso era antes; ahora tendría que ser distinto pues la ha llamado el sumo pontífice de la 4T a conducirse por la senda del bien y a enderezar el camino. Naturalmente, de acuerdo al convocante, eso en automático es suficiente para que ya “nunca más se vuelva a cometer un fraude electoral en México”. Un solo acto de contrición en el momento justo y mediando el sacerdote adecuado imposibilitaría volver a caer en la tentación...

¿Por qué se le ha dado esta oportunidad desde la Ciudad de la Eterna Primavera? Es sencillo. El santo apóstol necesita llevar a cabo un milagro; quizá solo eso salve a su rebaño, a Morena —que no la Morenita del Tepeyac—, de la derrota en el 2021. Únicamente el sincero arrepentimiento de esta mujer podría equipararse, a los ojos de muchos no creyentes, a la presencia misma del salvador en las boletas. Ese acto significaría para los no conversos el que el lopezobradorismo sea el verdadero llamado a la transformación.

Y es que si ese ángel caído llegara a confesar su participación con las fuerzas del mal, por allá en el 2006, para derrotar al único elegido de dios, entonces al pueblo no le cabría la menor duda de que no existirá ninguna barrera suficientemente fuerte para enfrentársele al sumo líder apellidado López Obrador.

A la confesión pública de la Maestra a sus crímenes electorales —ese acto extraordinario que “sería muy bueno para la vida pública de México”— le seguiría el perdón concedido por el mesías macuspano a cambio del apoyo de una feligresía conformada por 2.5 millones de docentes.

No importa que esos devotos se hayan arrodillado antes frente a muchas otras deidades; tampoco que con esto vuelvan a “prostituirse” ellos y sus dirigentes ofreciéndose de la misma manera que siempre pero ahora a un “nuevo” y “mejor” postor.

Innecesario el marco jurídico terrenal, la justicia, el resarcimiento de daños, la rendición de cuentas y el verdadero castigo (la lideresa está libre nuevamente, que no se nos olvide). Esas son minucias terrestres y carnales. Lo que vale, lo que realmente cuenta para que haya democracia, es “levantar la mano por voluntad propia” y dar testimonio.

Todo está permitido, cualquier cosa se disculpa, siempre y cuando la falta la cometan en nombre de la cabeza de la Cuarta Transformación.