"La popularidad es la cuñadita guarra del prestigio".

Edward Norton

La popularidad no asegura la empatía

El repertorio del presidente AMLO, ya por todos conocido, lo hace popular entre sus millones de seguidores. Sabe hablarle a la gente en su lenguaje y la población se identifica con él porque se ve reflejada en el mandatario. Gobierna por vía del discurso, la mentira —la última: su gobierno, señor, sí recortó en cerca de 40 millones de pesos el presupuesto de la Alerta de Violencia de Género— y el auto elogio —“hay respuesta rápida y profesional por parte de esta administración”, dice.

Pero la población mexicana no se caracteriza por mostrar empatía —aunque sea fingida, así que no es tampoco una cualidad que se encuentre inserta en las palabras y actitudes de Andrés Manuel. Muestras de empatía no han salido de sus labios ni se han mostrado en sus gestos ante el dolor y sufrimiento de las familias mexicanas afectadas por las tres crisis que nos azotan simultáneamente: la de salud (la epidemia, pero también la de la falta de medicamentos; ¡señaladamente los oncológicos!), la económica y la de la violencia (muy importantemente incluida la asestada contra las mujeres en México).

Y cuando decidió hablarle a la nación desde una mesa del restaurante El Cardenal del Centro Histórico, donde ese día comía, obviamente la empatía de nuevo brilló por su ausencia.

La popularidad no se traduce en responsabilidad 

Todavía en marzo —dos meses después de que azotó la pandemia en Asia y Europa— el ejecutivo desestimaba la fuerza destructiva del Covid. Decía que no afectaría a México, que no nos viéramos apesadumbrados por algo que era un simple rumor y que saliéramos a la calle a hacer nuestra vida como de costumbre.

Hoy, más de seis meses después de saber de los primeros casos en China y tras más de 36 mil defunciones en nuestro país y una curva de contagios que simplemente NO cede, López Obrador asiste al mencionado establecimiento e invita a los ciudadanos a seguir adelante y transitar a la nueva normalidad como si nada ocurriera, hubiese pasado o fuese a suceder.

Mientras tanto, la 4T desperdició tiempo y dinero preciados. Los centros médicos no estuvieron listos en número y equipamiento para hacer frente a la avalancha de enfermos (tan es así que toda la estrategia de combate y contención del virus se ha basado en no sobrepasar la capacidad hospitalaria... ). Del equipo de protección para el personal sanitario y del número de pruebas de detección del Covid-19 mejor no hablamos.

Pero el mandatario federal ha hecho lo que sabe decir mejor: que la población, su pueblo bueno, se ha comportado a la altura.

La popularidad no trae la recuperación 

AMLO se ha negado continuamente a adquirir deuda —en cantidades sustantivas y suficientes— para darle un empuje a la economía nacional que nos permita al menos coquetear con la idea de salir de la crisis en la que estamos. No termina de comprender que ante déficit ¡que ya ronda los 150 mil millones de pesos!, el endeudamiento —le guste o no— es la única opción. Si bien le había apostado a que el dinamismo y recuperación norteamericana iba a impulsar a México (de allí toda la faramalla con respecto a la firma y puesta en marcha del T-Mec), resulta ser que tampoco podemos contar con eso ya que del otro lado de la frontera norte cuentan con un líder que se le parece bastante al nuestro y la consecuencia es que ahora están teniendo que volver a cerrar la economía estadounidense (ciertamente en las entidades que más nos importan).

Pero el presidente mexicano no estuvo a la altura para aprobar un plan emergente de apoyo a las Pymes que, como el restorán El Cardenal, son fuente de ingreso de millones de mexicanos. Empleos formales e informales que se han perdido por millones, lo que significa que también millones de familias no puedan salir a comer al mencionado restaurante u otros de mayor o menor calidad. Eso sí, les desea a todos los empresarios, incluido al dueño de ese establecimiento que se las ingenió para no despedir a ninguno de sus empleados, “de todas las ramas productivas de México, que les vaya muy bien y que no se pierda la fe”. La fe y la realidad muchas veces corren por caminos distintos y no importa la cantidad de ingenio y de convicción que uno tenga, hay negocios que por sus tamaños, características o giros, no pueden sostenerse sin ayuda gubernamental.

El espectáculo, en cambio, sí garantiza la popularidad

En lo que va de la pandemia, AMLO solo ha ido a visitar a un enfermo en un hospital. Este, sin embargo, resultó ser todo un montaje; no era un hospital abierto y el paciente no era tal. También presentó con bombo y platillos la elaboración, con base en ingeniería mexicana, de dos prototipos de aparatos médicos de asistencia a la respiración, lo que llamó el trabajo de la 4T “para equilibrar el cuidado de la salud de los mexicanos y la recuperación de la economía”, cuando sabemos que en lo que va del año se han perdido al menos 1 millón de empleos —solo los registrados como formales ante el IMSS— y muere un mexicano por Covid cada dos minutos.

Habrá pronto un festín que se dará a partir del espectáculo de las detenciones, procesos y posiblemente enjuiciamientos de Genaro García Luna, Emilio Lozoya Austin y Tomás Zerón; ¡qué comience el show!

Y por supuesto, siempre podremos contar con una cabeza de la nación que trasmite en redes sociales el video que hicieron de él con su esposa degustando ricos platillos de la cocina mexicana en El Cardenal.