Se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir al error.<br>

Mateo 24 5-14. Nuevo Testamento

¡Ay de los profetas insensatos que, sin haber recibido ninguna visión, siguen su propia inspiración! ¡Ay, Israel! Tus profetas son como chacales entre las ruinas. No han ocupado su lugar en las brechas, ni han reparado los muros del pueblo de Israel, para que en el día del Señor se mantenga firme en la batalla. Sus visiones son falsas, y mentirosas sus adivinaciones. Dicen: ‘Lo afirma el Señor’, pero el Señor no los ha enviado; sin embargo, ellos esperan que se cumpla lo que profetizan. ¿Acaso no son falsas sus visiones, y mentirosas sus adivinaciones, cuando dicen: ‘Lo afirma el Señor, sin que yo haya hablado?<br>

Ezequiel 13. Antiguo testamento

Presentó López Obrador su decálogo para salir de la pandemia y enfrentar la nueva realidad. Como muchas de las acciones del macuspano, a lo más que llega es a una lista de buenos deseos y si acaso —pero de ninguna manera es suficiente— sirven dos puntos para enfrentar al COVID.

Aun con ello, su fiel devota Elena Buylla, directora de Conacyt, calificó el decálogo como “congruente y con evidencia científica”. ¡Qué lástima que trocó sus conocimientos por ser una barbera profesional!

No cabe duda, su forma cuasi mística, sus videos y comentarios a veces esbozan a AMLO como una persona que cree ser un iluminado, un elegido, pero que en realidad no pasa de falso profeta cuanto más.

Pues si bien un profeta es aquel que tiene el don del augurio o quien, por señales o cálculos hechos previamente, conjetura y puede predecir acontecimientos futuros (RAE), en el caso de López Obrador ni siquiera maneja datos basados en los pronósticos que arroja su propio gobierno, el Banco de México o la OMS, por ejemplo.

Dado que al ejecutivo federal busca y se apoya con frecuencia en citas bíblicas es válido recordar que, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, los falsos profetas son acusados hasta de ser chacales entre las ruinas.

Uno de los falsos profetas más famosos fue Hananías, quien anunció que los cautivos de Judá regresarían de Babilonia después de dos años. Jeremías (profeta verdadero) dijo que moriría por su falsa profecía, la cual se cumplió 2 meses más tarde. Vale aclarar que Jeremías había dicho que llevaría 70 años para que aquellos pudieran regresar a su tierra (y así sucedió). Hananías había insuflado falsas esperanzas al pueblo judío. Hoy sería acusado de mentiroso y votado fuera del gobierno.

López Obrador nos pide en su decálogo ser los responsables de la nueva realidad. Sin embargo, parte de sus peticiones se basan en engañosas premisas o en vaguedades. El libre arbitrio nos permite decidir si queremos adorar a una deidad, creer a un profeta, cómo, dónde o lo que nos parezca, o bien a nadie. Aun las religiones permiten esa libertad en la decisión de adorar y seguir sus enseñanzas. En esa mística ecuménica, dios (o la deidad escogida) no obliga al intelecto ni trata de dominarlo, tan solo ofrece la oportunidad de decisión.

Y si en creencias las personas deben de poder decidir, en cuestiones de salud nacional, más allá de “seguir su propio criterio” en la aplicación de las medidas sanitarias para disminuir los contagios del Covid-19, la población debería atender indicaciones claras y uniformes para todos. Imposible disminuir el contagio si unos se cuidan al extremo y otros organizan eventos masivos o se van de gira sin el uso de cubrebocas.

Sin embargo, López Obrador se decanta por transferir la responsabilidad absoluta a la ciudadanía en lugar de hacer un frente común entre autoridad y sociedad para disminuir el número de contagios.

Aquí el decálogo con algunos comentarios:

1.- Mantenerse siempre informados de las disposiciones sanitarias. La idea es correcta, pero no ayuda la incertidumbre generada en cada conferencia de Hugo López-Gatell. Se agradecería un poco menos de soberbia y ya no más cifras maquilladas.

2.- Actuar con optimismo. ¿En serio? Para enfrentar la pandemia se requieren acciones de prevención, médicos, medicinas y medidas concretas. Para optimismo tuvimos a Miguel Ángel Cornejo y ya murió.

3.- Rechazar el egoísmo e individualismo. Actitudes necesarias en la vida más allá del COVID, especialmente cuando evocamos al “están conmigo o contra mí”.

4.- Dar la espalda al consumismo. Uno puede estar a favor o en contra de lo dicho, pero ¿servirá para hacer frente al COVID? No es una cuestión mística o material la que nos salvará/condenará. Otra vez, lo que se necesitan son acciones concretas.

5.- Promover la cultura de la prevención. Lo cual pierde su seriedad, cuando un señor pasado de peso pide “bajar de peso y vivir en calma”. O la idea de vivir “sin angustias y sin eso que se conoce como estrés” se pudiera alcanzar solo por desearlo. Desafortunadamente, la pérdida del empleo o de una empresa, ser responsable de mantener una familia con menos oportunidades, no ayuda a disminuir el estrés. Lo mejor sería que el gobierno ofreciera una propuesta económica y fiscal de fomento, verdaderamente comprometida con la preservación de las fuentes de trabajo para que la ciudadanía pudiera dejar las presiones de la vida diaria y, entonces sí, no tener angustias ni estrés.

6.- Defender el derecho a disfrutar de la naturaleza. Lo dice quien, con su Tren Maya, prefiere usar diésel en el mismo en lugar de energías limpias y destruir con el mismo una buena parte de la selva lacandona. Un ecocida —involuntario, si se quiere, pero eso es en los hechos— hablando de la defensa de la naturaleza. Sin comentarios.

7.- Alimentarse bien y natural y no fumar. Más allá de lo que sugieran los nutriólogos a la dieta especificada por el mandatario, valdría la pena otra vez, pedirle que sirva de ejemplo y sea él quien coma de forma sana sin exceso de grasas y azúcares. Por cierto, AMLO fue durante décadas fumador empedernido: dejó el cigarro solo porque se infartó.

8.- Practicar algún ejercicio. ¡Más que necesario en este país de gordos! Ojalá lo tomara él en cuenta, porque eso de “macanear” sin correr no es ejemplo de su prédica.

9.- Borrar conductas discriminatorias. ¿Qué no era el decálogo contra el COVID? ¿Sus adjetivos descalificativos contra todo aquel que no piensa cómo él serán borrados de su vocabulario? Lo dudamos.

10.- Seguir un ideal. Terminó su decálogo con una muestra inequívoca de una plática de motivación. Seguiré su consejo, México requiere un presidente ocupado en brindar los mejores equipos de precaución para su fuerza hospitalaria, medicinas oncológicas (que sus secretario y secretaria de Salud y Gobernación no quieren firmar su compromiso de entrega) y promover la unidad nacional. Pero eso es una utopía con él. Lo que sí no cabe duda es que, por todo lo anterior, ya no es irreal el sueño de la oposición hasta hace pocas semanas sin futuro: derrotarlo a él y a su partido en las urnas.

Seguir el decálogo propuesto por Andrés Manuel para enfrentar esta “nueva normalidad” es recordar que los falsos profetas engañan con supuestas salidas y llevan a la ruina o a la perdición. Momento de no escucharlos.