Una vez que la campana suena, estás solo. Solo estás tú y el otro hombre.

Joe Louis

 

La obesidad nacional no se cubrió de gloria y, por decisión unánime, Andy Ruiz perdió ante Anthony Joshua.

Fue un juego de confusiones, pues no se trató de sumo japonés; aunque por un momento eso pensaron los saudíes. Andy aguantó vara, pero eso no fue suficiente.

Y es que Ruiz, a pesar de estar la mayor parte del tiempo a la ofensiva, nada le ayudó no haberse puesto a dieta como nos prometió. Quizá pensó que se trataba de régimen, sí, pero de engorda.

Nuestro ex campeón debió asumir mayor seriedad en su preparación todos estos pasados meses, pero le entró la autocomplacencia como sucede con muchos de nuestros compatriotas que apenas gozan de la fama unos minutos y no hacen lo necesaria para continuar batiendo sus propias marcas.

Probablemente Anthony también esperaba otra cosa. Cansar a Andy mucho antes de lo que lo hizo (de hecho nunca lo logró). Le daba vueltas, le rehuía, todo para evitar un golpe que, no por la técnica boxística del mexicano-norteamericano sino por su puño, equivalía a 20 kilos más de peso.

Fue con todo y todo una pelea muy chafa. El box no debe ser el pobre espectáculo que hoy se vio. Uno esperaría estrategia, técnica y buenos golpes. Andy porque no pudo y Anthony por cuidarse de más llevaron a que el combate deviniera en algo insulso: no se hicieron el menor daño.

Este deporte no debe de ser decidido únicamente por la fuerza bruta, es cierto, pues no conviene hacer del box la apología de la gordura. Pero tampoco que sea decidido por jueces que claramente no hicieron justicia al mexicano.

Por lo que a mí respecta, Andy ganó apretadamente... pero con 10 kilos menos habría hecho pedazos al británico.