La arrogancia, la ignorancia y la incompetencia. No es un lindo cóctel de los rasgos de personalidad en el mejor de los casos. No señor. No es un cóctel lindo en un compañero de oficina y no es un bonito cóctel en un jefe de estado. De hecho, en un líder, es un cóctel letal. <br>

Graydon Carter, periodista

'Cóctel Molotov'.<br>Se llama así al artefacto incendiario de fabricación casera, generalmente consistente en una botella con líquido inflamable y provista de una mecha.<br>El nombre no se debe a su inventor —desconocido-- sino al miembro del partido comunista soviético Viacheslav Skrjabin, alias Molotov (1890-1986), quien durante la II Guerra Mundial impulsó entre los partisanos rusos la fabricación en masa de estas bombas incendiarias para resistir la invasión de las tropas nazis.Molotov fue canciller de Stalin y el 23 de agosto de 1939 firmó con su homólogo alemán, Joaquim von Ribbentrop, el tratado por el que la URSS y la Alemania nazi se repartirían Polonia. El 1 de septiembre, Alemania invadía la parte oeste de Polonia, y dieciséis días más tarde, los soviéticos se anexionaban la zona oriental del país. Aquel histórico tratado pasó a llamarse Tratado Molotov-Ribbentrop.<br>

RAE

“Somos optimistas”, dijo el presidente

Su gabinete económico no ha logrado explicarle que la fortaleza del peso, y en particular su paridad cambiaria con respecto al dólar, no depende de él ni de sus políticas económicas

Hace no muchas semanas, López Obrador hablaba de la solidez de nuestra moneda como uno de los grandes logros de la 4T. Este fin de semana, las tendencias mundiales y la particular situación financiera de México demostraron que no es así; lo único que mantenía fuerte al peso mexicano era una inversión extranjera —muy volátil— en bonos del gobierno.

Pero hasta ahora el primer mandatario ha optado por hacer lo que sabe mejor: simplificar la realidad y salir a decir que darle un nuevo impulso a la economía mexicana es cuestión de voluntad y de enfrentar los retos con optimismo. No es así.

Tristemente, sus millones de seguidoras creen que tiene razón; piensan que controlar el tipo de cambio se hace de la misma manera y con la misma facilidad que capturar a un órgano autónomo...

Pronto —esperemos que sea en un lapso corto de tiempo, aunque no hay ningún indicio de que así vaya a ser—, en cuanto la paridad cambiaria vuelva a estar por debajo de los 20 pesos por dólar, a todos ellos se les olvidará esta lección de macroeconomía básica.

Sé que esto se refuerza porque, de entrada, el 50% de la población más pobre del país no sufre de inmediato ni las pérdidas cambiarias ni, para el caso, del desplome de los precios del petróleo (eso afectará por ahora solo a la clase media y a un importante segmento del sector productivo y empresarial). Pero es a largo plazo que se padecen los duros efectos en la economía personal, y estos se reducen básicamente a la imposibilidad de salir algún día de la situación de miseria en la que se encuentran.

La 4T les heredará la mismas estructuras que recibieron, que tanto critican y que perpetúan la pobreza. Y peor, pues AMLO se ha dedicado a desmontar uno a uno los “ladrillos de la casa llamada México”, malbaratarlos o arruinarlos, en pro de salvar una “construcción” que pronto será solo un cascarón. 

La epidemia

Como un paciente que llega a un centro de salud con un malestar, la 4T no le ha atinado al diagnóstico ni le ha dado a la economía nacional y federal la mejor de las atenciones. De hecho, ha aplicado todas las prescripciones erróneas (salvo el de mantener las finanzas sanas, y mismo eso se vendrá abajo en cuanto el gobierno requiera endeudarse). 

Ahora, “el hospitalizado” ya se encuentra infectado de otros males, no controlables ni producto de responsabilidad de la administración federal: la amenaza de la pandemia del coronavirus y todas las fuertes disrupciones en la economía global producto de eso. 

Pero no termina ahí la cosa, México se encuentra al borde de declarársele desahuciado ante el desplome de los precios del petróleo en el mundo que comenzó a darse a partir del sábado.

Arabia Saudita, en su lucha comercial con Rusia, decidió unilateralmente aumentar su producción (oferta), y con ello disminuir su precio. El impacto en la economía mundial, y por ende en la de México, está siendo terrible.

En fin, haríamos mal en olvidar que nuestro país, que originalmente solo se encontraba algo bajo de defensas, lo pusieron en una situación muy vulnerable ante otros factores que no se anticiparon y que hoy están sobre nosotros.

Causas para caer en pánico

Wall Street aplicó ayer una suspensión de emergencia ante las fuertes pérdidas con las que iniciaron las cotizaciones. Un lunes negro, como pocos se recuerdan, azotó las bolsas de valores del mundo. España perdió casi el 8% en el IBEX y el resto de las bolsas europeas no se quedaron a la zaga.

Entre el pánico generado por el coronavirus y con un desplome en el precio del petróleo del 30%, la economía mundial ha sido infectada por el pánico de un posible decrecimiento acelerado. Razones válidas existen, China aun no da cifras de su PIB o de las pérdidas generadas por la paralización de ciertas ciudades, pero se estima no serán menores.

Lo mismo ocurre en Italia, donde toda su población está bajo algo parecido a una cuarentena, con las implicaciones económicas a ello atribuibles. Sin olvidar que es el norte de la bota itálica, la región más afectada, el centro de la actividad industrial y más pujante en producción de dicho país.

Lo que impactará en mayor medida a México es la caída en el precio del petróleo; más del 30% del presupuesto nacional se basa en el precio del oro negro. Con lo cual ya nos podemos imaginar o bien el déficit a enfrentar o la imperiosa necesidad de recortar muchos programas gubernamentales. El problema es que hay necesidades que no pueden ser soslayadas o con presupuesto de por sí recortado resultado de que se han privilegiado un puñado de programas clientelistas y/o equivocados.

Por otra parte, el fondo de contingencia y estabilización, dejado por gobiernos anteriores, ya fue utilizado en un 50% por la administración actual, y ¡en un año en el cual México no enfrentó ninguna contingencia natural o económica! Esos ahorros tenían una finalidad, como es enfrentar la avalancha que se nos viene encina.

Con la venta del avión... seguro no alcanza 

Es momento de dejar el discurso de “es culpa del pasado”, de las iniciativas llamativas pero poco serias y sustantivas económicamente hablando, y enfrentar inteligentemente —con lo que se tiene— el “virus” que nos azota. Ya no queda tiempo para continuar asilados de la realidad.

Enfrentamos una crisis externa, la cual aunada al anquilosado crecimiento y la somera inversión pública y privada hacen una mezcla complicada para salir adelante. ¿Se puede? Sin lugar a dudas

La pregunta es si se quiere cambiar el discurso demagógico por acciones no necesariamente populares. Aquí algunas de ellas:

-Renegociación / adquisición de nuevas coberturas petroleras.

Aumentar el IEPS para solventar (en parte) el boquete fiscal que ocasionará la caída del precio del petróleo.

- Adoptar esquemas de refinanciamiento de la deuda pública. 

Despedirse de proyectos que ahora sabemos son inviables y no rentables: Dos Bocas y Tren Maya.

- Implementar una urgente reforma fiscal que incorpore, de una vez por todas, a nuevos agentes y ensanche la base gravable.

- Atender y privilegiar, en la estructura de la administración pública, las recomendaciones que presenten coordinadamente la SHCP, el Banco de México y el CCE

- Eliminar (por ahora) los embudos en el ejercicio presupuestal causados por las medidas de austeridad y combate a la corrupción implementadas. No debe tolerarse el subejercicio presupuestal de ningún orden.

- Lanzar un nuevo plan de inversión privada (aunado a certezas jurídicas) en el sector energético; reapertura a esquemas de inversión extranjera. 

El presidente de la República deberá ser el primero que, de hoy en adelante y hasta nuevo aviso, en las conferencias mañaneras le dedique la atención que el asunto de la posible crisis económica requiera; deberá enfrentar la situación y no perdernos por peteneras o fingir que esta no existe.

La situación que se avecina exige seriedad, humildad, conocimiento y eficiencia. Se busca un hombre de Estado.