“Vuelas y no te vas, niegas y ofreces, disfrazas las verdades en mentiras, ciegas y ves, desdeñas y suspiras, y, siendo claro el sol, menguas y creces.”

Lope de Vega

 

 

 

 

No hay día que consulte las noticias políticas y no me asombre la capacidad que hemos tenido los mexicanos de normalizar lo que es risible o de plano a todas luces condenable. Nos hemos acostumbrado a ser burlados a grado tal que, aunque lo evidenciemos y hasta denunciemos, nada sucede. Vaya, no pasa ni pasará de eso.

Mucho se escribe de la resiliencia del pueblo mexicano; eso no existe. Lo que hay es una facilidad de absorber lo inaceptable a un nivel en el que damos por bueno “el cambio” cuando lo que impera es la continuidad en las formas y en los fondos.

¿No me creen? Veamos estos tres ejemplos ventilados en las últimas 24 horas:

 

Qué mejor premio —digo, reconocimiento—, al que fue el presidente del Congreso de Baja California, maestro Catalino Zavala Márquez, que proponerlo como secretario de Educación de la entidad.

Sí, el mismo que debía haber enviado para su publicación la reforma que amplió el periodo del recién electo gobernador Juan Bonilla, pero que no lo ha hecho.

¿Por qué, si eso es uno de sus deberes cómo legislador? Tal vez porque así le conviene a Zavala: demostrar su “incondicionalidad”. Y es que la ley en cuestión, una vez promulgada, estaría sujeta a impugnación por inconstitucional ante la SCJN. Pero, como su omisión no es suficiente, además fue el que propuso que la misma ley sea votada en consulta popular.

El atropello a la ley, la burla a la ciudadanía, hoy tiene su injusta recompensa: una secretaría local.

 

Burla la del presidente de la CNDH (Luis Raúl González) quien asegura que “reprueba los actos de tortura, pero no se deben invalidar la totalidad de los testimonios sobre el caso Ayotzinapa”. ¿En qué momento lo torturaron para decir eso? Sí, con la tortura muchas veces se puede conseguir la verdad, pero también se logra que las “confesiones” sean lo que el torturador quiere o pide escuchar. Porque, una vez que se acepten esos testimonios, ¿cómo saber cuál es cuál?

En el mismo rubro, la vanagloria de Álvarez-Buyllá diciendo que el Conacyt se suma a la búsqueda de los desaparecidos. En principio parece una iniciativa aplaudible, pero una vez que se lee la descripción ni es nueva la propuesta y lo que ofrece tampoco son algoritmos, sino correlaciones. Equipararlas con muestras moleculares, es caer en la trampa de que es fácil obtener dichas muestras en cuerpos encontrados.

Tiene razón el presidente de la República al decir que Ayotzinapa es una herida abierta. Le faltó decir que se ahonda por las salidas falsas y los tontos protagonismos de quienes deberían de estar realizando investigación o facilitando las becas a las jóvenes promesas del país.

Los verdaderos miembros del crimen organizado, quienes toman las instalaciones del Congreso un día sí y hoy también, secuestrando uno de los poderes de la Unión, son los integrantes de la CNTE, no los incautos contribuyentes. Pero por si eso fuera poco crimen, el ejecutivo y algunos legisladores les dan carta blanca para que garrapateen en leyes secundarias su penoso y holgazán deseo de ser maestros y secuestradores de la educación del país.

No importa lo que digan los otros miembros del gremio, tampoco se escucha a los especialistas en la materia (como para qué).

La educación de los niños, lo único verdaderamente trascendente, es moneda de cambio para contentar a unos criminales que nunca estarán satisfechos.

Mientras todo esto sucede, el país se desgasta en que si el Grito fue serio y el desfile una muestra de egolatría. El país y sus instituciones están en jaque; enfoquémonos en no dejar pasar lo importante. Lo demás, es humo, burla, realidad que se esconde.