Fue una época oscura la que vivimos en Nuevo León (y me parece que en todo el país) allá por el año 2010, por no decir que el primer decenio del siglo XXI, marcada esa época por un narcoterrorismo que cimbró hasta las raíces a la sociedad mexicana.

A la nación le costó ríos de sangre esa guerra estúpida que aún no termina y que tantas familias inocentes enlutó.

Muchos vimos el terror de frente, con atentados a diestra y siniestra, con el crimen organizado apropiado de nuestras ciudades.

Por eso se ve bien que este próximo martes 19 de marzo, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, encabece una ceremonia de disculpa pública por los homicidios de dos estudiantes del Tec de Monterrey, quienes fueron asesinados por elementos del Ejército, precisamente el 19 de marzo de 2010 en una de las entradas del Instituto al sur de Monterrey.

La disculpa no les devolverá a sus deudos a Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo.

Pero es un buen primer paso de una carpeta que no se cierra: inicialmente los dos estudiantes caídos fueron tachados de ser miembros del crimen organizado y hasta les sembraron armas.

Tengo entendido que el proceso sigue abierto, pero no se ha consignado a ningún presunto responsable.

Esa guerra se llevó a muchos inocentes. Felipe Calderón Hinojosa era el presidente de México y Rodrigo Medina de la Cruz, gobernaba Nuevo León.

¿No deberían ser ellos los que ofrezcan la disculpa?

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