En alguna ocasión el periodista Pascal Beltrán del Río mencionó que Michoacán era la cuna ideológica de la lucha social partidista; también, el epicentro de una corriente progresista que resistió todo tipo de embates contaminantes que mermaron durante años el ejercicio democrático. Quizá su narrativa en “Michoacán ni un paso atrás”, se convertiría en el manual anecdotario que recuperó los testimonios de los principales protagonistas. Entre esas figuras hubo símbolos importantes, como el propio Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Más allá de la fase que escribió el relato histórico en los anales del clima político, aparecieron administraciones que dejaron un vacío institucional. De hecho, el la lingüística de estos fragmentos se cita la debilidad de un gobierno que ha simulado la aplicación de políticas públicas; no obstante, destacó que se dejó de enfocar una ruta entre tres ejes fundamentales, como educación, salud y bienestar social.

Ese formato navegó porque jamás se mantuvo en una línea en la que se clasificara la eficiencia –con un fuerte programa que ambicionara la democratización de esos rubros. Pese a que eso nunca sucedió, hubo una desilusión de la mayoría de los michoacanos, que ha calificado a la actual administración estatal como una de las más ineficientes del país. Realmente no es casualidad que se asome en los últimos lugares de desconfianza en la perspectiva de opinión. Por desgracia nunca superaremos este amargo sabor de boca tratándose de las consecuencias que padecimos, en la que se fingió la variedad amplia de un partidismo fingido que fue gris y pasó desapercibido debido a que en absoluto convenció.

Eso fue minando y permeó en la posibilidad que cristalizó la idea de que en Michoacán el proceso de transición será inminente. De esta forma, el sendero va creando una nueva concepción bajo los valores axiológicos de la cuarta transformación; ese esquema similar es hoy por hoy el equilibrio que confirma que, por fin, un movimiento que se está expandiendo en todo el país ha sembrado la esperanza que anhelamos aterrice lo más pronto posible. Esa expectativa proviene precisamente de eso, remplazar la ineficiencia e inefectividad que ha personificado el Ejecutivo del Solio de Ocampo.

Más allá de eso se recurrirá a una alternativa del proyecto de nación que viene empujando con fuerza el presidente Andrés Manuel López Obrador. Ese funcionamiento será el motor que ha destacado y se ha posicionado como la organización social sólida que ha sido capaz de transmitir la confianza y la esperanza que durante décadas sucumbió en la forma tradicional, sin influencia, ni preocupación por revertir los grandes problemas del país. El papel y la agenda de trabajo de Morena nació como respuesta a la ignominia y la propuesta fallida de un modelo neoliberal que generó debilidad; los que se adueñaron de esa política son lo que hoy han conspirado para recobrar lo que se arrebató de tajo: los privilegios.

Hasta el instante que originó el triunfo histórico en el país, se abrió la ventana para penetrar la nueva era ciudadana de reconciliación que despertó en el territorio; esa movilización arrojó una vanguardista gobernabilidad democrática, plural, equitativa, incluyente, sin sometimientos como el viejo régimen. A partir de esa avalancha se gestó la actual concepción, que en definitiva sembrará la fe en los michoacanos. Y es que de forma arrolladora, Morena se encuentra en estos momentos en la cúspide de la percepción de opinión pública; eso ha podido esquivar brechas y barreras en el modelo simplista.

En esa ruta, y hasta este momento, se perfila el único puntero de todos los sondeos. Aunque en teoría falta tiempo, el escenario ya prendió en Michoacán por la efervescencia que se amplió a través de la época culminante de cambio de transición que viviremos; ante ello hay una lógica que se reproducirá en el anhelado instante de un perfil que ha batallado y superando adversidades, sin cansancio, pero con firmeza y tenacidad. Esa fase de lucidez se sostiene perfectamente desde el armazón de un ser sobrenatural que vivió traiciones, deslealtades, chantajes; sin embargo, a pesar de ello, manifiesta una poderosa fuerza que revivió de aquellos capítulos en el que la algarabía se desbordaba por escuchar la magnífica oratoria, elocuente y apasionante por el estilo fiel que caracteriza a un luchador social.

En ese quehacer político resaltó el nombre del Cachorro de Churumuco, quien se perfila con fuerza para abanderar a Morena y a toda la ilusión que se acercó, desde la ciudadanía, por la frustración y ansiedad que llegó al límite del hartazgo por la atmósfera nublada y deshidratada que frenó el progreso integral de Michoacán. Una nueva fase transita por el sendero que iluminó la fe de millones de michoacanos, que con inquietud y ansia añoramos ese instante.

El senador, y viejo conocido de la política por su madurez, tomará el timón porque el razonamiento lógico indicó que el escenario político se pintará de Morena.