Creo sin duda que Beatriz Gutiérrez Müller está harta. Fastidiada. El día de ayer tuiteó lo siguiente :

“Es verdad, es impresionante. Y un negocio redondo para @TwitterLatAm @TwitterSeguro porque, además, crece el nivel de violencia verbal sin que los responsables de dicha empresa se inmuten. ¡Feliz domingo, Tatiana!”.

Lo hizo acerca de un tuit que Tatiana Clouthier escribió, que decía :

“Que sorpresa la cantidad de cuentas o falsas o bots. Han aumentado de forma desmedida. Como sea feliz día a los reales”.

Importa y mucho que Beatriz explote de esta manera, culpando a Twitter de las agresiones, diciendo que todos son bots o gente comprada destinada a atacarla. Tristemente sabemos que si bien es una realidad que existe en el mundo de Twitter este caso, también es verdad que hay gente enojada, gente que nomás no termina de entender cuál es el rumbo que quiere tomar Andres Manuel López Obrador. La oposición, sí.

Por supuesto, la culpa no es de Beatriz, pero paga el costo de ser esposa de ya saben quién. Algunos tuiteros quisieran que ella reaccionara contra su marido, pero eso lógicamente no es posible. Ha dicho que no será primera dama, pero tal decisión no es un deslinde de las acciones de su compañero, el presidente de México. 

Beatriz ha sido clara. Hace unos meses tuiteó lo siguiente con referencia a un tuit de Javier Lozano, quien le increpaba el que no se hiciera de alguna manera responsable de los acontecimientos que más atañen al país, como en el tema de las estancias infantile:

“No me asumo como primera dama de nada ni de nadie. Me topé con algunas responsables de estancias infantiles en la calle, y con gusto transmito su preocupación, como lo haré con la suya. Repito: quejas al gobierno, diríjanse a Palacio Nacional, por favor. Incluido usted”.

Ahora bien, creo que si bien Beatriz está llevando una carga inmerecida de agresiones todos los días —porque además viene de esa parte culturalmente machista y misógina, de ese odio desbordado contra la mujer que sí es ya muy evidente—, por otro lado pienso que Twitter no es el lugar en donde Beatriz Gutiérrez Müller nade segura. Pero no debe abandonar el terreno. Entiendo que salirse de tal red social sería como aceptar que es un campo minado y que no tuvo protección contra los ataques, es decir, asumir un estado de indefensión.

Debe seguir siendo tuitera, pero sin enfrascarse en pleitos contra Twitter, sin reclamos ni enojos. No porque “calladita se vea más bonita”; naturalmente, tiene todo el derecho de reclamar y expresarse, pero ojalá Beatriz reflexionara si esto a ella le ayuda en algo. ¿Le abona algo bueno hacer corajes contra tuiteros? ¿Es bueno para ella y para el país, para su familia, para su paz interior? Yo creo que si bien estábamos hartos todos de las primeras damas, también los reclamos hacia ella son un grito desesperado por ver si pudiera hacerle ver a su esposo, hoy presidente de la República Mexicana, que algunas decisiones están equivocadas. Es más, estoy segura que ella sabe que hay cosas que no se están haciendo bien. Quizá ahí radica el ataque hacia su persona que, valga la redundancia —haciendo a un lado a los bots—, no es personal

El problema es que Beatriz parece ver en todos los ataques algo personal. Sí ha habido agresiones en ese sentido —contra su hijo, por ejemplo—, pero existe también la otra cara de la moneda: la de la gente no conforme con el gobierno de López Obrador, mexicanos que no atacan a Beatriz, aunque la mencionen: atacan a un sistema que nace y que les está pareciendo inadecuado; atacan las promesas que no se cumplen —está bien, la administración apenas empieza: hay que darle tiempo—, atacan las cifras que no son claras, y un largo etcétera.

No es contigo, Beatriz. Y cuando te enojas y estallas, la gente siente que te enojas y estallas con ellos, aunque precises que es contra los bots. Ponte del otro lado del escenario y quizá desde ahí comprendas de dínde viene todo. 

No, no es contra ti, Beatriz. Claro que no.