En su columna de El Heraldo de México “Dos errores de dedo corregidos: Reforma vs. Gutiérrez Canet”, la Dra. Verónica Malo Guzmán cuestiona al diario Reforma, específicamente a su columna Templo Mayor, por pedir que se censure al embajador en retiro Agustín Gutiérrez Canet, esposo de la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena. En efecto, que se le censure, ya que este hombre publica semanalmente —desde hace años— artículos de opinión en Milenio, en los cuales suele ser crítico de Donald Trump.

Es tan inaceptable como incomprensible la petición del periódico Reforma, que como dice la Dra. Malo Guzmán, ha sido un medio caracterizado por la lucha a favor de la libertad de expresión, derecho que ha ejercido  “resistiendo embates de gobiernos de diferentes signos ideológicos”. Un diario que no se ha doblado ante presiones fuertísimas “no debería por ningún motivo publicar nada que parezca o sea una invitación a la censura”.

¿Que molesta a Reforma de los artículos de Gutiérrez Canet? Que no está de acuerdo con lo que hace el presidente de Estados Unidos en materia migratoria. Dice Templo Mayor: “Por suerte Donald Trump no entiende el español, pues si leyera los textos de Agustín Gutiérrez Canet, seguramente nos pondría más aranceles. Por supuesto es dueño de sus palabras, pero las escribe desde la residencia de la embajadora mexicana en Washington, su esposa Martha Bárcena. Y, pues, como que eso no se ve muy diplomático”.

Increíble el llamado de Reforma a la censura. Como bien dice Verónica Malo Guzmán, “no se ha tipificado el delito de portación de marido prohibido. Lo que sí establecen las leyes es el derecho a la libertad de expresión”.  ¿Que Gutiérrez Canet se “modere” solo para que supuestamente no entorpezca el trabajo de su esposa? ¡Impensable en una sociedad democrática! Si se le exigiera al embajador en retiro “bajarle” a sus artículos, tal vez México agradaría a Donald Trump —algo que el actual gobierno ha hecho de más, bastante de más—, pero los mexicanos como sociedad perderíamos el respeto del sector más liberal, progresista, inteligente y culto de la sociedad estadounidense y, lo peor, los mexicanos perderíamos el respeto que nos debemos a nosotros mismos.

Entiendo que Verónica quiera ver en la invitación de Reforma a la censura simples errores de dedo, y no una posición editorial del diario más influyente de México. Dos “errores de dedo”, dice la columnista. Interpreto cuáles pudieran ser: (i) no entender que las opiniones de Gutiérrez Canet son de él, no de su esposa, y (ii) la coincidencia del periódico con la política exterior de AMLO basada en uno de los peores problemas de la personalidad: el llamado trastorno de pánico. 

Ya es demasiado con que el gobierno del presidente de López Obrador busque, por simple miedo al grandullón, agradar en todo a Trump. No necesita México que, encima, sus medios de comunicación más críticos caigan en los mismos temores, esto es, en el miedo que paraliza.

Hoy sábado Reforma vuelve a caer en el trastorno de pánico: dice en Templo Mayor que con el proyecto del poder legislativo mexicano “de cobrar impuestos por las compras que se hagan en plataformas como Amazon, Uber y Airbnb”, Trump podría enojarse, tal como ya lo hizo “por el anuncio de un impuesto similar que se aplicará en Francia”.

¿En serio todo lo que intentemos en México deberemos hacerlo pensando siempre en no hacer enojar a Trump?

Ojalá en Reforma sus editores analicen mejor las cosas y aplaudan a Gutiérrez Canet —lo merece—, en vez de exigir que se le censure, ya que oxigena a la contaminada vida pública mexicana, no puede haber la menor duda, que alguien cercano a AMLO se atreva a cuestionar a Trump y aun a la política exterior mexicana.