Germán Martínez, al renunciar a la dirección del IMSS, no traiciona al presidente Andrés Manuel López Obrador, lo conmina a reflexionar no contra Carlos Urzúa, secretario de Hacienda, sino contra la todopoderosísima Raquel Buenrostro Sánchez. Creo que Raquel le hizo mal rostro, no Urzúa, a Germán.

Hay una perversión corrupta en concentrar las adquisiciones y compras del gobierno federal. Licitar es democracia, adjudicar es autoritarismo. Creo que la renuncia de Germán no tiene qué ver con Urzúa, tiene que ver con Raquel. Tampoco sé si Martínez quería un feudo en el IMSS, con su allegados y delegados, sí posible, y probable.

Decir que Germán es un traidor a Andrés Manuel es un exceso. Creo que su renuncia pone el acento en un problema mayor: adjudicar sin licitar. Concentrar sin centrar en la competencia, competitividad, es no es parte de un sistema libre. La concentración, la adjudicación directa es autoritarismo. Y no sólo se trata de neoliberalismo (¡uy!, la palabra asusta) ni de libre mercado, se trata de calidad en todos los aspectos.

Condenar a priori a Germán Martínez es un error. Pero Germán pone el gran acento a este gobierno que no termina de organizarse. Acaparar el ejercicio de la administración y la gobernación es la gran falla. Pluralidad y diversidad es lo que existe. Así vivimos ahora. Concentrar y dirigir es una afrenta al voto democrático.

Andrés Manuel: no eres el Padre de la Patria y Raquel, “no seas mala mi Raquelita… me tienes qué comprender”, tal vez cantarán muchos funcionarios de la ¿4T? Los recortes impuestos al IMSS son imposibles. La obsesión de Andrés Manuel con PEMEX es históricamente reprobable. Si el país es otro, ¿por qué el gobierno no lo es?