Alfredo Del Mazo no ganó el debate sino Josefina Vázquez Mota. Pero al capotear la tormenta y salir a la defensa, el candidato del PRI al Estado de México tuvo su propia victoria.

Era, junto con Delfina quien, sí, se llevó una derrota, el blanco. Y también el más vulnerable.

Con la marca asediada, Duarte y Yarrington en la cárcel, el riesgo del desgaste de un gobierno priista, el sello de ser primo del Presidente de la República, entre una larga lista de asegunes, se esperaba que lo derribaran. Le pegaron, sí, sobre todo Josefina quien, bien preparada, se lanzó contra él.

Pero los dardos envenenados de la candidata del PAN, quien ganó  pero no convenció, dieron en el blanco de Delfina, quien se mostró balbuceante, pero Del Mazo logró evadirlos.

Lo cual fue una sorpresa.

Josefina le reprochó a Del Mazo que  por la corrupción, que tiene nombre (PRI) el Estado de México está peor. Le recriminó ser socio de Higa y OHL. Le increpó que estas empresas están financiando su campaña. Le señaló que los priistas, con él, quieren hacer lo mismo en los siguientes 18 años. Le advirtió que muchos de sus compañeros de partidos están prófugos y otros están en la cárcel.

Pero Del Mazo la respondió. Y fue el único -no Delfina, quien se vio mal, no Juan Zepeda del PRD quien decepcionó, ni siquiera Oscar González, el candidato del PT, quien fue la sorpresa de la noche, ni la abanderada independiente quien hizo su trabajo- quien disparó el misil que dio en el blanco contra Josefina.

“Josefina no ha logrado explicar los 1000 millones de los migrantes”, señaló.

Arremetiendo, de paso contra Delfina, quien se quedó muda, no dijo esta boca es mía, no defendió a su líder quien recibió un impacto esta semana, -Andrés Manuel López Obrador- por el caso de Eva Cadena, cuando Del Mazo lanzó el arma más poderosa que se ha creado contra MORENA en la última semana. “MORENA es sinónimo de incongruencia. El día de ayer descubrieron a una diputada del partido (MORENA) recibiendo medio millón de pesos”.

Al final, los expertos lo dirán, el lenguaje del cuerpo, inocultable, mostró -sorpresa- más convicción de parte de Del Mazo. Ese lenguaje que traicionó a Josefina -quien dice lo que debe decir pero no convence-.  Lenguaje del cuerpo que traicionó a Delfina, quien -igual que Josefina- desperdició una oportunidad de oro para sembrar el mensaje de la corrupción, que le ha dado tantos dividendos a López Obrador. O el de la alianza con los pobres o desposeídos.

“Hemos esperado casi 100 años para un momento como éste”, decía Josefina. “Fuera el PRI.. es momento de que se vaya. Nunca hemos estado tan cerca”, decía Josefina con las palabras justas, que no daban en el blanco emocional de la audiencia.

Y replicaba Del Mazo: “Se ha avanzado pero hay pendientes.  Esta elección es de quien no puede resolver los retos. Soy el candidato que más propuestas hice. El más preparado y más capaz. Te pido tu confianza”, las palabras justas con más convicción.

Del Mazo hizo la tarea. Lució como itamita que es. Se preparó en sus fortalezas. Ocultó sus debilidades y las -muchas, enormes- de los suyos.

¿Puede ganar Del Mazo?

Sí. Con el debate de ayer se abrió la rendija de esta esperanza, que desean, como nunca los priistas.

Segura, no la tiene. Aún no. Tiene muchos, hartos, problemas que remontar. El más importante de todos, el temible voto oculto contra el PRI, ese que no captan con frecuencia las encuestas en vivienda, que destazó a Rodrigo Medina en 2015, y a César Duarte hoy buscado por la justicia en Chihuahua. Y a Egidio Torre en Tamaulipas.  Y se yergue amenazante contra el imperio de Los Moreira en Chihuahua. Todos priistas.

Y el temible voto útil. El arma letal, con la que Vicente Fox -hoy perdido en sus contradicciones, con el peso de la historia que lo condena- sacó al PRI de Los Pinos en el 2000. Quienes veían perdida su oportunidad, sobre todo la izquierda representada por Cuauhtémoc Cárdenas, prefirieron votar por el PAN.

¿Los adeptos de Josefina, si de desinflara ésta, se irían con Delfina para que no llegue el PRI con Del Mazo?

Además los debates, cuando los resultados son buenos como ahora con Del Mazo, encienden el ánimo y alientan a los asesores, ¿pero influyen en las encuestas?

El de Kennedy con Nixon en 1960 sí. Es un caso de libro. Kennedy, lució jovial y convenció a quienes lo vieron en TV. A Nixon lo traicionó el lenguaje del cuerpo. Erró en la vestimenta. Convenció a quienes lo escucharon en radio, pero no en la TV. Y al final, fue clave para la victoria de Kennedy. Ahora –triste en verdad- los de Clinton contra Trump, no. La candidata demócrata vapuleó al Bully, como lo etiquetó acertadamente Enrique Krauze, en los debates.  Al final, le elección se decidió por el peso del mensaje de Trump, que dio en el blanco por electores agraviados. Tengo pegada en la memoria el primer debate de la historia en México, de 1994, entre Zedillo, Diego y Cárdenas. Y recuerdo como si fuera  ahora  el misil que dejó paralizado a Zedillo, de parte del astuto y colmilludo Diego: “Sabemos que usted ha sido un buen chico, con altas calificaciones, pero en democracia creemos que sinceramente no aprueba”. El final la historia es conocida. Los mexicanos de entonces se dejaron llevar por el voto del miedo dándole el triunfo a Zedillo. Y por estos misterios del universo que beneficiaron al candidato del PRI, como la desaparición del Jefe Diego, en semanas preciosas.

¿Influirá este debate en las encuestas del Estado de México, donde el PRI libra la madre de todas las batallas en cinco semanas y tres días?

Es difícil preverlo. Pienso que a Delfina puede costarle la pésima actuación que vimos ayer. A Josefina quizá le ayude. Pero lo cierto es que a Del Mazo no le afectará mucho. No es poca cosa donde muchas encuestas lo ubican en empate técnico, lo que también ha sorprendido.

Y, considerando las circunstancias, el debate de ayer es una victoria para él.