Descubro un artículo de Federico Berrueto en Milenio. Descarta como consejeras a Beatriz Gutiérrez Müller, a la secretaria de Gobernación, Semarnat, Trabajo, Función Pública, Desarrollo Social. A Yeidckol, Sheinbaum, Tatiana, Carmen Lira, Elenita Poniatowska… Ninguna es consejera, sin evidencias, del presidente Andrés Manuel López Obrador, su consejera, escribe Federico, es la soberbia.

¿Cómo justifica Berrueto esta “soberbia”? Por la soledad. No sé si cuando Berrueto menciona la soledad es la de Quevedo, la de los libros, su conversación con los difuntos, aunque la soberbia jamás baja de donde sube, aunque caiga de donde subió. No, Federico, Andrés Manuel tiene oídos, ergo, aunque no sea humilde, carece de soberbia.

Berrueto, cómplice del antiguo régimen, quiere dar clases de moralidad. Obtuso, se cree su discurso rector. Los inmorales como catedráticos de ética. ¿Cuándo mantuvieron a raya la soberbia ellos? Enceguecidos, ¿cuándo la sordera y el mutis? ¿Cuándo el aplauso espontáneo y no el aplauso comprado? ¿Quién de los “mejores” alrededor de Andrés Manuel se ha alejado? 

Federico Berrueto, tan cercano al poder priista, nunca pidió fuerza de carácter, “fina” sensibilidad y humildad ante sus amos del pasado. Que no venga ahora a dar clases de moralidad, de ética pública. Los (seudo) ideólogos del antiguo régimen quieren dar lecciones de sus miserias. Ya habitan su espacio conseguido: los rincones.