El gobierno federal heredó un costoso avión que nadie utiliza, pero en vez de vender las autopartes para sacar una lanita (y alivianar un poco la austeridad republicana), al “Peje” se le ocurrió rifarlo, así nomás, donde cualquiera que compre su boletito puede ganárselo (tipo película de Adam Sandler).

Chocarían el avión

Si se lo ganara “Borolas”, embriagado de Charanda, le va a declarar la II Guerra Mundial al Narco y tomará el avión para bombardear Culiacán; lo malo es que lo va a estrellar contra el primer poste que le salga al paso.

Lo derribarían en Irán

Si se lo ganara Fox, tratando de llevar a la señora Marta a Celaya, terminaría en el Medio Oriente, donde misiles rusos, gringos y del Estado Islámico le dispararían, tras enterarse de que él viaja en el avión.

Iría a una marcha “fifí”

Si se lo ganara un “fifí”, para no caminar. Si se lo ganara un “chairo”, para tomarle fotos aéreas y subirlas a las redes.


Llevaría el nombre de Mouriño

En caso de que se lo ganara Olga Sánchez Cordero, lo donaría a la Secretaría de Gobernación y en él se transportaría a los visitantes distinguidos (sobre todo si traen dólares).

 

Se volvería helicóptero

Si se lo ganara Javier Duarte, lo vendería, se compraría un helicóptero (con el que se escaparía de la cárcel) y el resto del varo lo emplearía en escribir, imprimir y distribuir sus poemas.

Lo harían Uber

Si se lo ganara un desempleado de clase media, de inmediato pone el vehículo a chambear, pues con sus turbinas de propulsión a chorro sería el primero en llegar y le pondrían cinco estrellas.


Lo harían pesero

Si se lo ganara un desempleado de clase baja, de inmediato lo pone a chambear, pues le caben 80 pasajeros. Tiene la ventaja de que, si se llegara a subir un asaltante, podría saltar en paracaídas.