Nos pasaron el audio de una tribuna de Alcohólicos Anónimos, que aparentemente pertenece al escritor, periodista y activista Javier Sicilia (lo cual, no nos consta, pues la agrupación cuida el anonimato de sus miembros).

De ser cierta, lo felicitamos por haberse atrevido a dar el primer paso hacia una nueva vida, más sana. Ojalá pudiera compartir el mensaje a Felipe Calderón, Gustavo Madero y Xóchitl Gálvez (quienes también merecen salir del infierno que los hace “malacopas”).

 

Compañeros Poetas:

Mi nombre es Indiano Jones, y soy un adicto a la sangre borgoña de las dramáticas perlas Cabernet Sauvginon (disculpen mi lenguaje, no he bebido ni una copa, pero es que soy poeta y las metáforas se me salen hasta por los codos).

Hace varios años tuve una pérdida irreparable, lo cual, me arrojó hacia el activismo, creando un Movimiento contra la violencia perpetrada por el crimen organizado. Todo iba bien, incluso, logré que se creará una Ley de Víctimas y Desaparecidos, pero luego… caí en las garras del Dios Baco, sin darme cuenta fui perdiendo liderazgo y mi Movimiento se fue en picada.

Un día agarré tremenda borrachera y cuando desperté, me hallaba en el Monasterio de Sainte-Croix, en Burdeos, tomándome la sangre de Cristo (un delicioso Chateu, potente en boca, buena acidez y carácter mineral).

Cuando regresé a mi patria, Álvarez Icaza ya se había agandallado mi liderazgo e inició la pésima administración del Fondo de Ayuda, Asistencia y Reparación Integral, destinado a mi Ley, granjeándose las críticas de las comisiones de Justicia, Gobernación y Derechos Humanos del Senado.

Comencé a empinar más el codo y me dio por hacer rituales místicos, ataviado de amuletos, y a besuquear a todo mundo: Calderón, Josefina Vázquez Mota, Quadri, Peña Nieto, ¡hasta al “Peje”!... Mis efusivas demostraciones no hubieran pasado a mayores si un día no se me hubiera borrado el casset, y amaneciera en una Mazmorra de NXIVM, vestido de cuero negro, recibiendo latigazos de Emiliano Salinas, Kaith Raniere y un Julien LeBarón, quien me dijo: “No chilles, no seas mormón”.

Allí tuve los indicios de que debía cambiar a Baco por otro poder más superior, pero sin fuerza de voluntad, seguí nadando en las aguas de la viña del Señor (del señor de la vinata de la esquina) y en pleno delirium tremens…. ¡Convoqué a una marcha multitudinaria! ¡Y dije que “paralizaría al país”! ¡Yo, que tengo menos seguidores que Tiziano Ferro!

Por eso, ahora sí dejé el trago. Ojalá las nuevas generaciones sigan mi ejemplo. Por lo pronto, tan solo les pido, compañeros poetas, que me hagan el favor de asistir a mi marcha, e inviten a los compañeros de otros grupos, para no hacer el ridículo tan gacho.

Gracias por escucharme. Felices 24 horas.