¿Cómo que AMLO no ha tocado al síndico mayor de Pemex, Carlos Romero Deschamps? No solo lo tocó, le quitó, lo encueró, le zarandeó y cercenó “el negocio” a tal grado que sus asesores le aconsejaron se amparara de inmediato. Ningún hombre fuerte el tamaulipeco, bastante débil, andará aterrado más bien, porque se mira totalmente encuerado. No tiene manera ni Romero Deschamps--ni ningún otro alto político rico-- de justificar sus fortunas contra sus sueldos, como no sea por medio del robo al erario o negocios ejecutados al amparo del poder para beneficio propio. Pronto caerán varios, ahí van las investigaciones, no se pre-ocupen armando la trillada alharaca especulativa para denostar lo que es loable.    

No se acostumbran los conservadores a que ya tenemos gobierno honorable, con humildad para rectificar. No caen en cuenta que México ya cambió, que los delitos, sin excepción, serán perseguidos por el poder judicial. Que en este caso de corrupción y otros, se procederá en el momento que se presenten los expedientes con la evidencia, será entonces que se actuará contra particulares, que algunos han sido detenidos ignoro si in fragranti, ladrones de cuello blanco serán procesados y juzgados. Una nueva decencia gubernamental. Por lo que sembrar infundada duda sobre su eficacia, cuando millones de ciudadanos constatan lo contrario: cómo su nuevo presidente atiende personalmente la regeneración nacional que prometió, dando solución para bien de los ciudadanos a retos económicos sumamente complejos relacionados con el crimen institucional de todo un siglo.

Exigen los aparentemente desesperados al presidente de la república que detenga de inmediato a Romero Deschamps—ignoro si cuente con esa facultad por encima de la ley, pero lo dudo. Y lo primero de cualquier manera es que llegue la denuncia en su contra, bien cuadrada.

Sus peticiones no apresuran las decisiones de nuestro presidente, porque éstas vendrán cuando tengan que venir. Además ¿qué sucedería si detienen y acusan al líder sindical de Pemex con fallas de oficio o insuficiencia de pruebas algo que en los mediocres gobiernos anteriores sucedía? Podría éste ser exonerado siendo culpable. Imaginemos cómo se le irían a la yugular al presidente por haber acelerado esa detención sin haber poseído todos los pelos de la burra en la mano. Esos errores de antes, no se van a cometer.

Se ha vuelto deporte para la minoría opositora mediática crear los espacios para armar la falsa alharaca, repito, porque así es la consigna plasmada en sus intenciones, y no, el analizar a profundidad o apreciar con positivismo e imparcialidad el gran esfuerzo que esta batalla frontal significa, con el sacrificio que implica también para la población, que luego se beneficiará cantidad de este considerable ahorro logrado por su gobierno. Qué lástima.

Si estas múltiples acciones proactivas al mes y medio de estar AMLO gobernando el país, a algún ciudadano le parecen fútiles siendo acciones de bien, o algún otro individuo se le ocurre pedir a destiempo la cabeza de cualquier alto funcionario por visiblemente corrupto que este sea--¿podría alguien mencionar un solo alto mando del régimen que no esté rico con ganancias derivadas de nuestros recursos?— O se es infantilmente impaciente, o se pretende dañar con guerra sucia, o se ignora que para tener éxito al aplicar la justicia se requiere de las pruebas y de la documentación exacta luego de la exhaustiva investigación incriminadora, es decir, es la profesionalidad y el apego a la verdad lo que arma los expedientes acusatorios, las carpetas contundentes e infalibles.

Digan lo que digan, escriban lo que deseen escribir, que luego los editores se las ven duras para desmentir tanta calumnia presentada como opinión, les aseguro que la mayoría de los mexicanos admiramos y apoyamos al cien por cien las acciones de lucha contra la corrupción de nuestro efectivo presidente, en conjunto con su equipo y el pueblo, quienes no cesarán de trabajar por el bien de México. Dados los hechos vividos desde el día 1 de diciembre hasta la fecha, por primera vez en la historia moderna la mayoría de la sociedad mexicana confiamos en la presidencia de la república. Una bonita sensación la verdad, que nos era totalmente desconocida.