En varios de los trabajos de mi camarada Armando Martínez Verdugo habla de que, en todos los espacios donde se da la confrontación política con la burguesía, es muy importante luchar “por abajo y por arriba, por dentro y por fuera, pero desde abajo” Estas tesis, harto olvidadas por la mayoría de los que actúan contra el sistema o contra el régimen, son hoy en día algunas de las principales retrancas en la comprensión del abc de la política. Hay, en cambio, líderes sociales y dirigentes partidistas que creen que el estatus quo solo puede ser derrotado desde dentro, incrustándose en las esferas del poder, haciendo a un lado al pueblo, sujeto principal en la transformación del país.

 Hacerlo desde abajo y desde fuera de estos espacios, es un componente indispensable en las posibilidades del triunfo popular. Preocupante es que Morena se esté deslizando hacia estos terrenos pantanosos, pues a la vista, manifiesta incapacidad para entender el papel que debe jugar el partido. El origen y los fundamentos políticos que dieron cuerpo a este proyecto eran justo la lucha desde abajo y desde fuera de los circuitos extrainstitucionales. Su naturaleza política y organizativa iban directamente al corazón de aquellos movimientos y sectores sociales que buscaban en este partido el manantial donde pudieran depositarse todas las ideas y acciones que terminaran con las políticas públicas de una burguesía agotada, alejada del pueblo e inmoralmente corrupta.

Sin embargo y a pesar de que Morena padece estos problemas, sus votantes, demócratas y revolucionarios están distinguiendo a su enemigo principal, lo juzgan conforme a sus intereses de clase, su comportamiento político y a partir de las acciones que desarrolla. El sello que hoy distingue a estos sectores es su inmoralidad, su venalidad, su patrioterismo y su traición a la patria. Las cúpulas burguesas apoyadas en los medios, en los chayoteros, en esos que hoy chillan que chillan porque les van a quitar sus ingresos que los hacen agachones y serviles al poder, son ahora los enemigos conspicuos del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Tal es el impacto de esta chilladera que, hasta un sector de militantes y apoyadores del proyecto de cambio, están empezando a poner en duda la capacidad del próximo gobierno para dar cumplimiento a los ofrecimientos de campaña. ¡Pero no se equivoquen los adversarios y los amigos de Morena! La astucia de López Obrador y su reconocido olfato político se encuentran en la más alta aprobación. Pues sabido de que enfrente tiene complejos problemas que resolver y un puñado creciente de críticos a ultranza, ha recurrido a lo que siempre ha sido su fuerte, el contacto y el apoyo de la gente. Le está informando de las carencias en que se encuentra la economía del país y de las presiones que está recibiendo por parte de los grupos de poder.

Según LPO y el Dr. Héctor Andrade, politólogo de la UNAM, Obrador ya demostró que no sólo es un "animal político de las plazas públicas" lo es también de los despachos del poder. "Él no es un neófito, y en política se habla de acuerdo con quien tienes en frente. No es casualidad que la polémica de la bancarrota haya comenzado con la gira de agradecimiento, es decir, justo en su regreso a las plazas, al llano, al contacto con el pueblo, donde no se vive ni se piensa lo mismo que en los asépticos palacios de gobierno".

Los que no quieren ver lo que pasa en el país son los mismos que se andan ahogando en la incertidumbre. Aquellos que se mueren de miedo por los avances que en el Congreso va mostrando la Cuarta Transformación, son justo aquellos que falsamente lo apapachan por delante mientras por la espalda conspiran contra él. ¡Bancarrota o crisis da igual! Lo que nos tiene hasta la madre es que llevamos 30 años sin crecimiento económico y la situación que vivimos cada vez está peor, la deuda pública subió de 1.7 billones cuando Vicente FOX a 11 billones de pesos cuando Enrique Peña Nieto está dejando el poder.

¿Y qué de la pobreza, de la violencia, de las desapariciones forzadas, de las miles y miles de fosas clandestinas, de los tráileres llenos de muertos? ¿Quiénes y con qué criterios califican el trabajo del presidente electo cuando aún no toma posesión del cargo que le dieron treinta millones de electores? Hasta hoy los ciudadanos lo que observan y valoran es su comportamiento, su coherencia política, los resultados que están caminando en el Congreso de la Unión. Por eso tiene el 54% de aprobación, un punto más del 53% con que ganó la presidencia del país. A los mafiosos de la derecha les decimos que la transformación ¡VA! Y a los acelerados de la izquierda, tranquilos, vamos bien y vamos a ir mejor a partir del 1º de diciembre.