México es un país de paradojas.

Lo han dicho no sólo los expertos mexicanos, sino muchos viajeros que han llegado al país y han visto el dolor de sus contrastes, entre el México moderno y el México tradicional.

Uno mirando hacia el futuro; el otro, atrapado en la telaraña del pasado.

Un país alentado por las prácticas del norte y primer mundo, con características modernas; el otro, obnubilado por sentimientos mezclados entre lo prehispánico y colonial, y temeroso del cambio.

Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente es que gobiernos van y gobiernos vienen y ninguno corrige en función de un solo modelo de desarrollo.

Porque de eso se trata, de diseñar un horizonte claro y contundente sobre el que jalen todas las correas.

De tiempo en tiempos, se nos recuerda y explica que México tiene los recursos geográficos, naturales y humanos para ser una potencia mundial.

Por ejemplo, la VW en Puebla tiene obreros que en mano de obra califican con los mejores del mundo. No lo digo yo, lo dicen las calificadoras internacionales.

Sin embargo, y por un maleficio inoculado en alguna parte del ser nacional, seguimos siendo una nación que sobrevive en la periferia de las grandes civilizaciones.

No obstante que fuimos cuna de una de las más grandes del mundo, la mesoamericana.

Aún hoy, subyugados como estamos, los recursos intelectuales de México son motivo de reconocimiento de las civilizaciones más desarrolladas.

Por ejemplo, en el campo de las humanidades el pensamiento de Octavio Paz es una de la referencias mas citadas.

Para ilustrar el contraste entre el México partido, en los noventa se utilizó mucho la metáfora de un presidente de la República de las Letras frente a un presidente de la República Política.

En la primera, Octavio Paz, era un presidente reconocido y aplaudido por el primer mundo; en tanto que en la segunda el presidente era considerado de tercer y cuarta categoría.

¿Si queda demostrado que existe mano de obra que puede ser tan eficiente como la mejor de mundo, e igualmente se tienen recursos intelectuales relevantes, por qué no se da el gran salto que todos esperamos?

A dos años del triunfo del presidente López Obrador, una de las esperanzas más añoradas de los últimos 30 años, de nuevo el país se manifiesta dividido sobre la orientación del rumbo.

¿El norte o el sur?

Creo que esa brecha se ha ensanchado como nunca antes. El problema de fondo, sin que hasta ahora se haya planteado en estos términos, tiene que ver con el rechazo in sito al sistema capitalista.

Nombrado para el caso con el eufemismos de neoliberalismo. El causante de todos los males de México, para un sector del gobierno.

Seguramente el capitalismo es un sistema inicuo, que sigue amparando la desigualdad brutal que denunció Humboldt en 1811, en su Ensayo político. “Acaso en ninguna parte la hay más espantosa”.

En el caso mexicano de hoy, ampara que la décima parte más acaudalada concentre dos terceras partes de la riqueza nacional, en tanto que el diez por ciento de la base de la pirámide, aún dedicando todos sus ingresos, no le alcanza para comer a llenarse tres veces al día.

Si el grado de desigualdad lo medimos mediante la fórmula del coeficiente de Gini, tenemos una desigualdad del 0.79%, una de las más brutales del mundo.

No creo que el capitalismo sea el causante de todos los males. El mal pasa por los estados nacionales contrahechos. Y por una clase política corrupta que se reproduce incesantemente.

Sobre la que el ciudadano común y corriente carece de instrumentos políticos eficaces para enfrentarla, combatirla y echarla.

Tristemente vemos que en el nuevo gobierno no hay indicios de ir en esa dirección, no obstante que la corrupción fue una de las grandes estrategias de campaña.

Aún hoy lo sigue siendo. Pero no se le ha querido traducir en instituciones de gobierno. Porque la cuestión no es de hombres voluntariosos, sino de instituciones debidamente acreditadas y respetadas.

Chayo News. El arribo de la señora Barahona al gabinete del gobernador Barbosa es indicativo de que las cosas en Morena Puebla y los hombres que ayudaron al triunfo del presidente López Obrador y del mismo gobernador, no marchan nada bien. Pero ese es un asunto de puertas dentro del partido. Hacia fuera habrá que conocer cuáles son los méritos para que una priista encabece uno de los sectores más estratégicos para el desarrollo económico de la entidad, ahora sumida en la peor depresión del siglo, por la pandemia.

También es cierto que la ley otorga facultades a los ejecutivos para integrar sus equipos de trabajo por designación, sin embargo, estos deben sujetarse a determinados criterios de eficiencia y eficacia, como estable el Artículo 134 de la CPEUM.