Irreverente

La única guerra que nace perdida, incluso antes de iniciarla, es la que se emprende contra las mujeres.

Les platico: no hay presidente más poderoso en el planeta que pueda presumir haberle ganado una a una mujer.

Y digo “presidente” para ejemplificar de esa manera el tamaño del poder que tienen las mujeres sobre los hombres, y quien lo ponga en duda, por favor que se dé una asomadita a la historia.

“Rompa el pacto, presidente”

“Rompa el pacto, presidente”, le gritaron las mujeres mexicanas a López Obrador, y terminaron rompiéndole la madre a una obstinación nacida producto de la calentura que provoca el poder de las alturas, en alguien que termina mareándosela si se trepa apenas a un ladrillo.

A finales del año pasado, cuando acompañé a la irreverente de mi Kalifa al embarque de la primera exportación de miel mexicana de la pandemia -la miel de sus abejas- presencié el heroico acto de humildad de un macho del altiplano mexicano.

Se llama Germán y no voy a decir sus apellidos porque capaz de que me lea y se enoje conmigo, no tanto con su mujer, por lo que voy a platicarles:

Sucede que la Gaby tuvo qué recurrir a él para completar la voracidad de un pedido que le hicieron los europeos, de la apreciadísima en el viejo mundo y despreciadísima en el nuevo, “miel negra”.

Es la que se obtiene del jale de millones de abejas en los árboles de aguacates.

Y ahí estamos, en los apiarios de Germán, negociando mi emprendedora mujer con el zar de esa comarca; primero, para que le vendiera a ella los cientos de kilos que le faltaban para atender el pedido de los europeos, y segundo, el precio.

Toda la escena fue atestiguada por la esposa de Germán, quien calladita y sin mover un dedo, nomás observaba todo el proceso de la negociación y del posterior trasvase de la “miel negra” a los amados tambos verdes de la afamada marca BIKUBE, de mi Gaby.

Cuando todo terminó, a una pregunta tácita que yo le hice a la inmóvil y en apariencia apacible esposa de Germán, ella sintió mi sutil y respetuoso cuestionamiento, y con una especie de medio sonrisa me respondió:

“Hasta echar porras tiene su mérito”.

Y el macho y bragado German, apenas escuchó esas palabras, dijo: 

“Claro, el apoyo es bien importante y más cuando es el de una esposa hacia su marido”

Bolas, eso es sabiduría y no fregaderas.

Aquel fue el poder manifestado de una mujer sin pronunciar una sola palabra; sin siquiera inmutarse.

Y la reacción de Germán fue de una sabiduría pura, misma que le hizo falta al presidente de México para saber que con su tristemente célebre “ya chole”, se estaba metiendo a la jaula del león a jalarle la cola, creyendo que por ser quien se cree ser, podía cometer semejante p3nd3jada y salir bien librado.

Aquí lo más penoso es que habiéndolo visto, el coro de focas aplaudidoras de ese circo llamado 4T, dejó que lo hiciera.

Es más, muchos le celebraron la ocurrencia de ponerse con Dalila a los madrazos.

Y no digo “con Sansón“, porque ya saben la trasquilada que ella le puso al mamón ese por andárselas dando de muy fregón.

Yo por eso, a los que me tildan de mandilón les digo que sí, que lo soy, y a mucha honra, porque desde chiquito me enseñaron que el poder verdadero en este mundo y sus alrededores, es de la mujer.

Y al que lo dude, que les pregunte a Menelao, a Sansón, a Diego Rivera, a Tiger Woods, a Steven Spielberg, a Neil Diamond, a Jeff Bezos y a otros de la historia, cómo les fue cuando se atrevieron a “jalarle la cola” a sus consortes.

Mi frase favorita es que “yo soy más facilito que una Singer”, y a las nuevas generaciones que me leen les pido que googleen esa marca para que sepan a qué me refiero.

Otra que uso mucho es que “soy buenísimo para hacer mandados”, y más cuando se los hago a mi mujer, porque reconozco en ella y en las de su género, el poder que hoy, a un presidente se le hizo fácil desconocer y miren ustedes cómo le está yendo...y cómo le va a ir de aquí al próximo 6 de junio.

CAJÓN DE SASTRE

“Tienes todita la razón, enterita y completita”, dice la irreverente de mi Kalifa.