Hay ocasiones en que me hubiese gustado que ganase “El Bronco” la elección presidencial y que cumpliera su promesa de campaña de “mocharles” las manos a los delincuentes.

Como en todas las cosas de la vida, los hay buenos y malos, elegantes y corrientes, que lo hacen por necesidad, para costear un vicio, porque no tienen otra opción y hasta por simple gusto, pero ninguno de todos ellos pudiese tener perdón ni atenuantes en el caso que voy a relatar.

Hace un par de días fueron hurtados de un pequeño rancho en García, Nuevo León, varios caballos; el alcance del robo es monumental.

No se trata de equinos de registro, hijos de campeones o algo por el estilo, pero son corceles que para algunas personas tienen un precio aún mayor que si se tratase del más fino semental.

Y es que esos caballos estaban dedicados a la noble misión de la equinoterapia en la que niños principalmente, con problemas y enfermedades, recibían terapia.

Lo más grave y triste del caso es que para esta hora, casi con certeza, esos caballos ya hayan sido degustados por algún exigente paladar regiomontano en forma de tacos de bistec vendida como de res, pero que en realidad proviene de equinos que son sacrificados sin regulación y cuya carne es vendida a precios bajísimos.

Y otra vez a preparar caballos, (lo cual no es un asunto de ve al Oxxo y cómprate dos) y vuelve a empezar de ceros y habrá tiempo y avances que esos niños desperdicien. Y todo por la voracidad y falta de visión y criterio de algunos sujetos que de verdad, no tienen madre.

Habrá que creer en que las cosas van a cambiar y que todos serán buenos, puros y santos, pero mientras tanto ¿quién les dará terapia a esos niños?, y… ¿alguien sabe a dónde no debo ir a comer tacos de bistec?