Tengo más de cincuenta años de vivir en la que hoy es la Alcaldía de Gustavo A Madero y por primera vez hago pública mi inconformidad por lo que pasa en esta demarcación. Cuando muchos militantes hicimos contacto directo con los electores para convencerlos de lo que representaba el proyecto de Morena, no solo ganamos simpatías que se expresaron en un triunfo arrollador el 1º de julio del 2018, sino que por primera vez avanzamos en el surgimiento de una expectativa política diferente respecto de aquella que los gobiernos anteriores le habían impuesto por décadas a una ciudadanía asqueada por la corrupción, la antidemocracia y el hartazgo social. Nuestras propuestas llenaron de entusiasmo a la mayoría de los electores que en otros tiempos fueron clientela del PAN y del PRD. No obstante, lo que muchos esperaban de la 4T hoy comienzan a expresar su desencanto porque no ven resultados concretos sobre los ofrecimientos que se hicieron en campaña.   

 Me consta que en esta Alcaldía la mayoría de los ciudadanos votamos por la Coalición “Juntos haremos historia”. Centenares de personas recorrimos casa por casa llamando a los vecinos a votar por nuestras propuestas. Hablamos de que en estas estaban contenidos sus intereses, que habría un contacto permanente con ellos para resolver juntos los problemas de la ciudad y del país. Hubo tal entusiasmo que le ganamos todo a los otros partidos. Les dijimos que nuestros funcionarios serían eficientes, democráticos, cercanos a la gente, que habría puertas abiertas para ser atendidos con prontitud y que el nuestro sería un gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. La mayoría nos creyó, por eso hoy nos exige prontas soluciones a sus problemas.

Pero algo pasa que nada nuevo se ve en la GAM. Hay un gobierno que recibe a la gente, que camina por las calles, pero no resuelve los asuntos que les urgen a los ciudadanos. Argumenta que no tiene recursos, que Lobo y sus compinches se llevaron hasta los escritorios.  Poner esto como pretexto ya no es suficiente. Los vecinos exigen resultados. La 4T es algo más que la presencia física de los funcionarios en sus oficinas o hacer reuniones periódicas con grupos de vecinos. Tiene que ver con el manejo de una práctica política distinta, de una cultura identificada con los valores y exigencias de una sociedad que está recuperando sus derechos y libertades. Una política llena de ética, de cercanía con todos los sectores, de cumplimiento con la palabra empeñada, de acabar con la burocracia y poner en juego la sensibilidad política en el trato con los ciudadanos. Se suponía que el gobierno acabaría con la insensibilidad, la burocracia y la modorra. Pero por lo que se ve no se ha entendido nada de lo que significa la 4T.

Porque los problemas se multiplican. La violencia, los robos en casa habitación, los asaltos en la calle y las extorsiones, ocurren a plena luz del día. Se acude a las autoridades y no se hace nada. La burocracia termina por alejar a los denunciantes y se les obliga a refugiarse en la impotencia y el encabronamiento. Los acuerdos que se toman en reuniones con los funcionarios, nunca se cumplen. En varias colonias hay manzanas completas en las que los vecinos tienen meses sin agua. El tránsito, el drenaje, banquetas y encarpetado de varias calles sigue sin atenderse. Recurrentemente se producen conatos de violencia con personas que obstruyen calles con sus autos, con barras de fierro, botes y piedras y la autoridad no hace nada. Los accidentes se multiplican porque las banquetas y guarniciones están viejas y en mal estado.

Los que dimos la cara prometiendo un cambio en la manera de hacer política y de atender a la gente, estamos siendo requeridos por los votantes respecto de los problemas y servicios que hacen falta. Para acabarla de joder, en la GAM tampoco hay partido que dé la cara a los vecinos. A los dirigentes impuestos los hicieron funcionarios y representantes populares. Los que aún  existimos nos hemos agrupado en colectivos para poner en juego la loca pasión de la que habla el presidente para que el partido no desaparezca a tan temprana edad. Pero lo real es que no existe organización partidista. Los que se auto llamaron dirigentes se han divorciado de lo que quedaba de las bases y de sus electores. Los funcionarios públicos se quedaron con los viejos cuadros del PRD y lo que empezó siendo una esperanza se ha convertido en un aparato el cual AMLO llama coloquialmente  el elefante viejo, reumático y mañoso que no quiere andar. ¿Qué va a pasar con este paquidermo, con el partido y con la 4T? ¡Ahí les dejo estas preguntas!