No es el momento, señor presidente.

No.

No es el timing, en una coyuntura grave, de contingencias severas, inesperadas, para el país; una de ellas la de la salud, y la otra la económica - respecto a la cual usted mismo señaló hoy que habrá una crisis este año- de cancelar la inversión de la planta cervecera en Mexicali, luego de que la consulta ciudadana llevada a cabo como un referéndum sobre esta inversión, decidió suspender, no continuar, con el proyecto.

Como reza Juan Pueblo, la nación mexicana tiene demasiados fierros en la lumbre.

Brasas candentes, que puedan atizar aún más el fuego de una de las pandemias que ya empieza a azotar al país, la de la recesión internacional, detonada por la otra pandemia, la del coronavirus; que ya está tocando las puertas de cientos de miles de negocios y de millones de personas, amenazando con efectos graves en la actividad productiva. Con despidos y quiebras.

Los bancos de inversión internacional, que están atentos a monitorear el efecto de la crisis económica internacional en México, ya empiezan a prever que la economía puede caer en 2020, entre 2 y hasta 4 por ciento.

Será imposible crecer este año.

Será en extremo difícil lograr un crecimiento bajo, como en el 2019, cerca del estancamiento.

Más bien, asoma a las puertas de México, una tormenta perfecta en la economía mundial, que hace bastante previsible una baja, una caída en la economía, como usted mismo señaló hoy, que puede ser de una profundidad no prevista ahora, y tener consecuencias en el tejido social, delicado en estos momentos.

Es hora de sumar esfuerzos, de atraer inversión nacional, y extranjera, como la que proyecta la planta cervecera de Mexicali.

La empresa, desde luego, está obligada a despejar los temores legítimos de la población donde está asentado el proyecto, de una explotación indebida de los mantos acuíferos, o cualquier otra inquietud.

Es hora de consensuar, de dialogar, para mantener esta planta productiva que dejará empleos que escasearán con la crisis que se avecina.

De, a través del entendimiento, de la discusión legítima sobre las diferencias, despejar el riesgo de un conflicto que puede desbordarse y entrar en una etapa de litigios con una compañía extranjera, que no beneficiarían a nadie. De parar una inversión que ya está en marcha.

Y de evitar, también, un desacuerdo con las cámaras empresariales en el país, como el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que han expresado su inconformidad con esta decisión, en una hora grave para la nación, cuando se requiere trabajar de la mano de empresas, grandes, medianas y pequeñas, conjuntamente con las autoridades, y con el concurso también de la jefatura de la presidencia de la república que lleva a cabo tareas de enlace con los empresarios, para llegar a un gran acuerdo para proteger la planta productiva y el empleo.

Ojalá impere la prudencia en bien de México.