Es una buena noticia que la vivienda sea considerada entre las prioridades de la política social del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es en ese sentido una noticia aún mejor el anuncio hecho por Román Meyer Falcón, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), que teniendo como testigo al Presidente, dijo que el próximo mes de abril será presentada la nueva Política Nacional de Vivienda.

Este es un anuncio muy relevante, porque reconociendo el corte eminentemente social del nuevo gobierno, cabe esperar que esa nueva Política Nacional de Vivienda ponga por delante de todos los esfuerzos a la gente, y que lo haga a partir de planteamientos que tomen el ordenamiento territorial, la planeación urbana y a la misma vivienda, como instrumentos de desarrollo social y económico.

Cabe esperar una nueva Política que impulse soluciones de vivienda para todos los segmentos de población, privilegiando, desde luego, a los grupos más vulnerables.

Y esto implica entender la vivienda desde una plataforma que privilegie los derechos humanos y que extienda este concepto, para que contemple lo mismo lo que pasa en el interior de esas paredes, que todo lo que sucede cuando se trata de vincular a esta familia y su vivienda con todas las oportunidades que implican los servicios de ciudad.

La nueva Política seguro privilegiará objetivos de carácter urbano... Pero es un hecho que su verdadera fuerza radica en dar nuevo cauce a los objetivos de los organismos nacionales de vivienda, de tal modo que sus subsidios y esquemas de crédito extiendan su cobertura, no solo beneficiando a más gente, sino beneficiando, ante todo, a quienes más lo necesitan.

La intención es multiplicar las oportunidades para que cada vez más familias tengan acceso a una vivienda.

Habrá, cabe suponer, más y mejores créditos y acciones complementarias encaminadas a generar mejores viviendas para hacer efectivos estos créditos.

Pero lamento decir que esta nueva Política está en peligro de nacer muerta, porque de nada servirán planes y programas... Créditos y subsidios... O todo tipo de acción que venga impulsada por el gobierno federal, si los gobiernos municipales no hacen su chamba y generan condiciones que hagan viable generar esas “mejores viviendas” a las que me refería en el párrafo pasado.

La realidad es que si hoy fuera presentada la nueva Política Nacional de Vivienda, chocaría con ese muro Trumpiano que suponen la falta de planeación y regulación urbana, así como los profundos rezagos en servicios públicos, que caracterizan a la gran, gran mayoría de los municipios del país.

Y sí, el hecho es que aquella legendaria autonomía municipal, se ha convertido en el principal obstáculo para implementar una verdadera Reforma Urbana, ligada a políticas de vivienda que verdaderamente respondan a las necesidades y posibilidades de la gente, y a planes medianamente sensatos de desarrollo económico y social.

Y si la idea no es ponerse grillo o dramático en extremo, habrá que entonces que puntualizar que para que sea viable la nueva Política Nacional de Vivienda que será presentada en abril por la Sedatu, es indispensable detonar y acelerar a nivel municipal, toda una compleja serie de procesos encaminados a fortalecer los instrumentos de planeación, regulación, inversión y gestión urbana.

Y la verdad es que no se ve fácil...

Habrá que empezar por hacer notar al paciente lo malito que está... Para hacerle entender la necesidad de profundizar en los diagósticos que permitan iniciar cuanto antes todo tipo de tratamientos encaminados a frenar los síntomas y, sobre todo, atender, frenar y, si fuera posible, curar el mal.

Y lo malo es que este paciente, el municipio promedio, parece no tener capacidad para entender lo avanzado de su enfermedad y menos aún recursos técnicos y económicos para atenderse.

Porque de nada servirá multiplicar créditos y subsidios destinados a que los segmentos más vulnerables atiendan sus necesidades de vivienda, si los municipios no hacen la tarea y ello dejaría como única posibilidad que esas viviendas no sean construidas dónde y cómo se requieren, sino dónde y cómo se puede.

Si los municipios no hacen su chamba, las nueva Política Nacional de Vivienda corre el peligro de multiplicar las ciudades dormitorio, provocando que las nuevas viviendas se conviertan en parte del problema, en lugar de ser parte de la solución.

La nueva Política pretende hacer de la vivienda un instrumento de justicia social que combata las desigualdades... Pero esto no será posible en tanto las diferentes instancias públicas no unifiquen visión, objetivos y esfuerzos para generar, antes que las viviendas, el suelo adecuado para recibirlas... Suelo bien ubicado... Dotado de las infraestructuras y servicios necesarios y llevado al mercado en una labor coordinada con sociedad e iniciativa privada.

Es fundamental el grado de coordinación que alcance la Sedatu con el resto de las instancias de carácter nacional... Pero si de verdad quiere transformar los modelos de generación de vivienda y ciudad tendrá que tener la capacidad de subir a este proceso a los municipios y crear los mecanismos que les ayuden a cumplir o les impidan librarse de esta responsabilidad.

 Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano