Desde que acabó el mes de febrero y llegó el Coronavirus a México, la sociedad se dividió aún más.

Por alguna causa que no se entiende (sí, no se entiende porque el tema no es cosa menor) en redes sociales, como siempre, algunos de los seguidores del presidente y otros que no lo son, tomaron bandera de un lado y del otro para culparse (¿de qué?) y darse hasta con el sartén.

Yo debo confesar que estoy sorprendida.

Las acusaciones están a la orden del día en una época en la que, creo, debemos estar de un solo lado: el bienestar.

Sorprende,  incluso asusta, que los ataques se hagan personales. No se puede, de verdad, decir algo que vaya en contra a lo que otros piensan porque surge la ola de descalificaciones.

 

“LOS MEDIOS VENDIDOS”

Como periodista nunca me ha extrañado que me culpen de algo que nunca he hecho, dicho ni mucho menos pensado. Vamos, hasta una se acostumbra a que algo que diga esté mal según la óptica de algunos, pero sí sorprende -y mucho- ver una multitud enardecida diciendo a todo periodista que no sea “del sistema” (¿a cuál se referirán?) diciendo que les “urge ver sangre”.

No creo que nadie en sus cabales desee ver una tragedia mayúscula en nuestro país, mucho menos para tener público. Esos tiempos ya pasaron hace mucho y nadie se complace del amarillismo ni del escándalo.

¿Que han corrido noticias falsas? Claro, siempre sucede. Hoy en día por la rapidez en la que surge la información es muy posible equivocarse y dar por cierta alguna noticia sin estar cien por ciento confirmada lo cual, sin duda, es un error. Pero hay algo innegable: los tiempos del periodismo llamado vulgarmente “chayotero” van siendo cada día cosa del pasado (sí, querido lector, ya no es tan fácil que se dé en esta época donde todo es muy fácil de comprobar y de exhibir).

 

EL PRESIDENTE, COMO SER HUMANO

Así como se ha ido perdiendo el periodismo chayotero, también la figura del presidente como “todopoderoso” va quedando de lado. Nos vamos acostumbrando a ver a políticos más humanos, más alcanzables, más en su vida cotidiana… y con más errores.

Por supuesto que el equipo del presidente también tiene sus fallas y ha quedado claro, sobre todo, desde las desafortunadas declaraciones del subsecretario López Gatell, al sugerir que el primer mandatario era inmune al contagio del Covid-19 por su “fuerza moral”.

Son desafortunadas las declaraciones porque, debido a la gran simpatía que posee López Obrador y a la enorme cantidad de personas que lo sigue, lo admira y lo respeta, sugerir siquiera que él no puede transmitir el contagio es un tremendo error, ya que impide que la gente se cuide y tome medidas para proteger su salud y la de sus seres queridos.

Caer en declaraciones simplistas es tan grave como caer en el alarmismo. El presidente no solo no es inmune; pertenece al grupo de alto riesgo por su edad y por padecer de problemas cardiacos e hipertensión.

Al subsecretario le corresponde cuidarlo y cuidarnos a todos dando información fidedigna porque la popularidad y la simpatía de las personas quedan en segundo término cuando se trata de la vida y la salud de todo un país.

  

APENAS COMENZAMOS

Le juro a usted, querido lector, que no le quiero alarmar pero esto apenas comienza. Las semanas siguientes son clave para nuestro país en esta crisis de salud. Y sí, los casos con seguridad van a aumentar.

Nadie desea que esto se salga de control pero nadie debe quedarse pasivo.

El Covid-19 no es un invento, es real. Y por supuesto que haya llegado a México no es culpa del presidente, claro que no. Su deber, como el de todo su gabinete, es llevar a todo el país a puerto seguro y evitar una catástrofe mayor. Pero nuestro deber como ciudadanos es estar alerta. No toda la prensa desinforma, no toda la prensa está en contra del país, y nadie, le aseguro, quiere que el barco se hunda.

Estemos atentos sin caer en pánico, que como decía mi madre: “esto también pasará”.