Estupefacto debe estar Julio Iglesias por el escándalo que ha generado su dueto con Juan Collado, abogado de la familia del capo di tutti i capi en México, Carlos Salinas de Gortari. El cantante seguramente debe haber entrado en un proceso de reflexión consigo mismo para tratar de explicarse qué fue lo que pasó en esa mesa en la que también cenaban Enrique Peña Nieto y su nueva novia. Creo que el señor Iglesias se ha hecho mil veces la pregunta de por qué cantó, por qué en público, por qué permitió los videos, por qué asistió a esa fiesta.

Las mil veces que se ha hecho tales preguntas debe haberse respondido lo mismo que le dijo a la Revista Don en enero 2015:

“No sé hacer otra cosa que cantar. ¿Qué quieres? ¿Qué me quede en casa tocándome el pito? No podría”.

Así que para no quedarse en su casa tocándose el pito Julio Iglesias acudió a la boda de la mafia del poder y, pues qué papelón. Lo superará porque, como dijo en otra ocasión, él es como Ronaldo en el Bernabeú: las críticas lo hacen meter más goles. Que así sea.