Mario Delgado está llamado, y ese objetivo asoma en sus primeras expresiones después de su victoria, a asumir la compleja labor unificadora para la adecuada representación de un partido político en el que millones de personas tienen puestos los ojos, deseando su éxito o fracaso.

En este momento, esa izquierda representa potencialmente una fuerza en consolidación que podría reunir la capacidad de un partido movimiento con la de un partido de diversidades, de vanguardia programática, así como de articulación ciudadana y parlamentaria modernas.

Una nueva sociedad política y una ciudadanía electoral con mayores complejidades que en el 2018 han sido incubadas en menos de dos años. Dos razones.

Primero. La sociedad que desea participar y dejar el terreno de espectador o confinamiento que se le ha querido asignar en el pasado, ha encontrado una vía para ser parte de las decisiones de interés colectivo. Especialmente durante y después de la pandemia y en disposición de utilizar asignaciones de mérito y atribuciones de responsabilidad por ello.

Segundo. Los ciudadanos disponen de mayor y mejor información de lo que ha significado gobernar en el pasado y les ayuda a entender en buena parte, y confirmar en otra, nuestro estado de cosas como nación, y lo que se requiere hacer. Es necesario diferenciar la fe en el partido del acompañamiento inteligente de las causas que abandera.

Estos dos supuestos se cumplen por el fondo y el estilo de la 4T, pero no le son exclusivos si algún otro partido los utiliza, porque hay una sociedad participativa e inconforme que a ratos parece rebasar cualquier expectativa y liderazgo. Las redes sociales dejaron de ser únicamente bendiciones de la oposición o del gobierno.

Con todos los problemas que tiene que resolver, hay datos que se encuentran en el proceso de elección en Morena, y que la gente conoce más allá de la militancia, la simpatía o el rechazo, como: el relevo generacional, el seguimiento exitoso de programas, las divergencias internas exhibidas por Morena y en torno al partido en el gobierno, la posibilidad de subsanar diferencias con quienes respaldaron a Porfirio Muñoz Ledo, quien parece vulnerable ante su propia incontinencia verbal.

Mario Delgado ya estableció como vía de crecimiento el trabajo conjunto y la apuesta futura que inicia en el 2021. La participación de las personas ideológicamente diferentes y ajenas a la dirigencia de Morena será evidencia o ausencia según tengan éxitos las verbalizaciones unitarias a la mano.