Recientemente, dos acontecimientos han desatado un gran debate sobre la libertad de prensa y de expresión; el primero sobre si deben o no cancelarse las conferencias mañaneras del presidente durante las campañas electorales y; el segundo, es a raíz de la cancelación de la cuenta de Twitter de Donald Trump, el gran amigo de López Obrador, de si las redes sociales deben o no ser reguladas, en tal caso, qué se debe regular y cuál sería la autoridad encargada de hacerlo.

¿Información o propaganda política de AMLO?

Sobre el primer punto, hay quienes, por así decirlo, se “rasgan las vestiduras” y consideran que las mañaneras se deben suspender porque el compañero presidente, además de informar, hace propaganda política, mientras otros se “tiran al piso” y consideran que el suspenderlas es un acto de censura, porque el púlpito mañanero es una tribuna legítima para informar.

Se trata de un profundo debate impulsado desde Palacio Nacional y que no se va a resolver de aquí a junio mes de la elección. Si bien, hay una ley que está siendo interpretada en el Poder Judicial de la Federación y el INE tiene la obligación de acatar cualquiera que sea la resolución, esta polémica le permite a AMLO poner en práctica la estrategia mediática que siempre le ha funcionado a lo largo de su “lucha” electoral: victimizarse y colocarse como una persona reprimida por los poderes fácticos. Mientras más se debata al respecto, más provecho obtendrá.

A AMLO le urge estar en campaña

El camarada presidente, en lugar de atender su responsabilidad de gobernar se ha mantenido en campaña durante los más de dos años de su administración y pretendió por todos los medios ser el centro de discusión para participar o influir en las campañas de las elecciones intermedias.

Lo intentó primero a través de su propuesta de revocación de mandato que pretendía se realizara el mismo día de la elección, en otras palabras, quería el protagónico de las elecciones, pero la propuesta fue rechazada hasta por los miembros de su partido; después quiso que el día de la elección se hiciera una consulta popular contra los expresidentes, pero la Cámara de Diputados determinó que será realizada el primero de agosto.

Al fallar en sus intentos, buscó una tercera vía generando una gran polémica sobre sus homilías mañaneras. Un debate que incluso lo lleve a las más altas instancias judiciales del país, pero, sobre todo, que llegue a la opinión pública, para que durante el proceso electoral se hable de él, de si es “víctima” de los poderes fácticos que le impiden hablar con el pueblo.

Lo que busca AMLO es anular las campañas de sus “adversarios”, colocarlos en el baúl de “los neoliberales” que quieren coartar su derecho de informar o de defenderse de los “ataques inmundos” que seguramente saldrán a colación por las fallas de su administración.

“La palabra del señor” debe ser incuestionable

Quizá la mejor decisión que se pueda tomar sea permitir que las mañaneras continúen para evitar hacerle el “caldo gordo”al compañero presidente en su intención de hacer de la elección un referéndum de su administración y de paso evitar que se enrarezca el ambiente político con resultados catastróficos como los protagonizados en Washington por su gran amigo y cómplice Donald Trump.

Porque, si en Estados Unidos el problema provocado por Trump ha alcanzado dimensiones insospechadas y las instituciones de esa nación han logrado contener a la “supremacía blanca” convocada por Trump, en México, con instituciones débiles, meter al orden a la “supremacía de incondicionales” que sólo escucha la “Palabra del Señor” traería consigo problemas de gobernabilidad mayúsculos con implicaciones impensables.

“Benditas redes sociales”

Por otra parte, está el debate sobre la regulación de las redes sociales. El único mandatario en el mundo que defendió a Trump fue AMLO y lo hizo montándose en la cancelación de la cuenta de su amigo en Twitter y Facebook.

Insisto, el debate de la regulación de las redes sociales no se resolverá de aquí a junio, se trata de algo complejo que podría llevar incluso años, pero que el camarada presidente ya decidió resolverlo de un plumazo. En su homilía de esta mañana reprochó que empresas como Facebook y Twitter se erijan como instituciones mundiales de la censura, como la Santa Inquisición, por ello instruyó a Conacyt, a la SEGOB, a la Consejería Jurídica y a Relaciones Exteriores a buscar un plan para crear una plataforma en la que, se garantice la “libertad de expresión y comunicación en México”.

Esta propuesta no es otra cosa más que el regreso al control absoluto de la comunicación -como en los tiempos de Bartlett en la SEGOB- cuando, entre otros, silenciaron a Manuel Buendía.

Qué hará el compañero presidente ¿cancelar Twitter y Facebook como lo hicieron en China y Venezuela, justificándose en que son herramientas del neoliberalismo y dar entrada a una red que él controle?

Para AMLO cualquier cosa, los resultados económicos o la construcción de un aeropuerto y hasta la ley, se pueden poner a consulta, pero bajo sus reglas, porque él siempre tiene “otros datos” que no se juzgan ni cuestionan, se obedecen, y lo mejor, cuenta con la ayuda de “opositores” que caen en su juego.

“Palabra del Señor”.