Pocas veces un conflicto internacional puede ser considerado un golpe de suerte.

Más si esa crisis se mantiene durante más de seis meses.

Y eso es lo que probablemente debe considerar el equipo financiero del presidente López Obrador del ataque de los guerrilleros yemení a dos refinerías de Arabia Saudita, con lo que los precios del petróleo internacional aumentaron más de 20 por ciento para acercarse a los 70 dólares por barril.

La reacción del gobierno saudita al acusar que Irán está detrás del grupo rebelde Huthi y que el presidente Donald Trump declarara que está preparado para reaccionar militarmente, provocaron que durante el fin de semana la cotización promedio del alcanzara niveles no vistos desde 1991 cuando estalló la Guerra del Golfo.

El mercado petrolero mundial entró a una etapa de cautela luego de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) anunciara que no modificará sus programas de producción y que Estados Unidos indicara que dispone de reservas suficientes para mantener su proyección económica para lo que resta del año y para cubrir sus necesidades de 2020 con lo que atemperó los precios, pero no la construcción de escenarios.

Petróleo caro en un entorno mundial de desaceleración económica, no es una buena noticia, salvo para los países productores y, eso, solamente para los más eficientes.

Una crisis petrolera significaría costos más elevados para la producción industrial y el consumo porque los combustibles son más caros, se encarecen los transportes y se merman las expectativas del comercio internacional, pero también los costos de los pasajes, con lo que el turismo también se deteriora.

Pero como México es un país petrolero, a pesar del desastre en el que se encuentra PEMEX, el panorama no sería necesariamente desastroso. Aunque haría falta inteligencia y estrategia.

La crisis en el territorio saudita de entrada puede afectar nuestras importaciones de gas, lo que nos haría más dependientes de Estados Unidos, por ejemplo.

Sin embargo, en materia de ingresos presupuestales, el encarecimiento del precio internacional del crudo se podría traducir en la disponibilidad de recursos extraordinarios con los que se podrían desarrollar programas de infraestructura con efectos sociales y, una parte, para pagar parte de la deuda de Pemex.

Recordemos que en el Paquete Económico para 2020 que será analizado por el Congreso la próxima semana se contempló que el precio promedio del petróleo se ubique en 49 dólares por barril. Si el precio internacional fuera más elevado, la diferencia serían ingresos adicionales que, manejados estratégicamente porque no serían permanentes, podrían resolver algunos de los problemas financieros más fuertes.

De acuerdo con los datos establecidos en las previsiones del gobierno para el próximo año, podemos considerar que, si aumentara el precio del petróleo, los ingresos por exportaciones de petróleo crecerían mucho más que lo que podría significar el incremento de los gastos por importación de hidrocarburos para Pemex.

En términos numéricos tendríamos que por cada dólar adicional que pudiéramos registrar en el precio del petróleo, el país obtendría 13 mil 776 millones de pesos, cantidad equivalente a 0.05 por ciento del PIB esperado el próximo año.

Pero como serían recursos extraordinarios, no serían resultado de la producción ni esfuerzo nacional, tendrían que destinarse como gasto de inversión o para amortizar los pasivos más onerosos del país.

Aquí la duda y el llamado a los legisladores es que, de cara a al análisis del Paquete económico para 2020 y si las condiciones lo permiten, consideren el interés nacional y no las consignas personales o de su partido.

A la suerte hay que ayudarla con esfuerzo, con estrategia y sin dormirse.

@lusacevedop