“La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado”

- Artículo 6, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El debate sobre la libertad de expresión, en tiempos en donde las redes sociales nos han brindado a todos la oportunidad de expresarnos, y hacer llegar nuestra voz hacia toda la sociedad; ha cobrado nuevamente relevancia. Sobre todo, después de los hechos ocurridos en los Estados Unidos, en donde el aún presidente, Donald Trump, fiel a su estilo, hizo uso de estas plataformas para incitar a sus seguidores a ocasionar actos vandálicos al margen de la ley.

Esto me remonta a una breve historia jarocha.

Era la mañana del 25 de agosto de 2011 en el puerto de Veracruz, todo transcurría con la normalidad habitual, cuando, alrededor de las 09:00 horas, la histeria colectiva se apoderó de la sociedad, principalmente de los padres de familia. Nadie sabía que estaba pasando, sólo sabían que era malo.

La “noticia” se regó como pólvora, miles de padres de familia salían de sus actividades habituales para ir a recoger a sus niños de las escuelas. Sólo quien tiene hijos, puede comprender el pánico que puede uno sentir al creer que estos corren algún riesgo o amenaza.

Estalló la bomba, la psicosis colectiva se apoderó de los jarochos, hubo gente que reportó tener crisis nerviosas, la noticia, provocó además afectaciones económicas posteriores, la gente “por si las dudas”, prefería no salir, e incluso llegó a haber cancelaciones de reservaciones de hospedaje.

Lo anterior, fue provocado por la locura, demencia, o necesidad de atención, de un par de “tuiteros” que esparcieron vía esta red social, el “rumor” de que las escuelas de Veracruz, estaban bajo ataque de grupos delictivos. Llegaron a confirmar que había hasta helicópteros disparando a los planteles, amenazas de bomba y secuestros. Todo, por aparentemente ganar unos cuantos likes.

Los infames personajes fueron detenidos posteriormente por la entonces Procuraduría Estatal, para ser liberados 25 días más tarde, cuando por presiones, sus cargos fueron retirados. En el colmo de la desfachatez, una de las agraviantes, al salir en libertad, afirmó que no había hecho nada malo, que nadie había muerto, que sólo había publicado lo que le habían dicho, sin especificar quien, ni cómo, le había hecho llegar el rumor.

Este antecedente, nos hace reflexionar de la responsabilidad que cada ciudadano debe tener al hacer uso de la libertad que por derecho tenemos. Las redes sociales, han sido herramientas que nos han ayudado a consolidar esa libertad, pero que en manos incorrectas, se vuelven en un arma peligrosa para la sociedad.

Nuestra libertad termina donde empieza la de los demás. Utilizar estas plataformas para provocar caos o afectaciones a la población, de manera deliberada y sin tener sustento, representa un riesgo, sobre el cual se debe legislar.

No es coartar la libertad de expresión, es proteger a la población del oportunismo y la desfachatez de vivales, que predican con la mentira, y se aprovechan de las masas. Cómo está ocurriendo en Estados Unidos, nadie debe estar por encima de la ley.

Elecciones 2021

Ayer, el presidente nacional de Morena, Mario Delgado, realizó un evento con los 14 abanderados de su partido, rumbo a las gubernaturas que estarán en juego en la elección de junio próximo.

Con esto, el dirigente pretende dar el golpe de timón para terminar con las pugnas y las especulaciones; el mensaje es claro, nada cambiará, los inconformes o se suman, o se quedan bailando.

¿Le alcanzará para lograr la unidad y el respaldo de todas las corrientes?