Dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador: "íbamos bien, pero nos cayó la pandemia"... Y reconoció que al momento se han perdido más de 900,000 empleos, que su pronóstico era que el efecto de la pandemia le iba a costar a México un millón de empleos, y que para hacer frente a esta gravísima situación, su gobierno crearía dos millones de nuevos puestos de trabajo.

Lo muy delicado del tema, es que los empleos perdidos a que se refiere el Presidente son empleos formales registrados ante el IMSS, empleos que será muy difícil recuperar si recordamos que los pronósticos para el crecimiento de nuestra economía rondaban ya números claramente negativos, ya por debajo de -7%, y con tendencia a deteriorarse aún más en la medida en que la crisis económica se agudice y la respuesta del gobierno no sea adecuada, suficiente y/o oportuna.

Hay también que decir que a la fecha han cerrado más de 7,000 empresas y que, al igual que sucede con los empleos perdidos, esto solo refleja lo que está pasando con la economía formal, que en México, representa poco menos de la mitad de la actividad productiva.

Cabe suponer que en la economía informal se perderá un número muy similar de empleos y que el golpe para el autoempleo será durísimo...

Y es así que si visualizamos en forma integral al conjunto de la economía, es probable que los dos millones de empleos prometidos solo pudieran servir para recuperar los que se perderán, pero ojo, que eso solo se logrará en la medida en que el tipo de nuevos empleos equivalga, en calidad e ingreso, a los que se habrán de perder.

No hay que irse con la finta, un apoyo social o el autoempleo no van a sustituir un empleo formal, si no tiene para el trabajador el nivel equivalente de ingresos y prestaciones de seguridad social, y para el gobierno la correspondiente carga fiscal.

Por eso es tan importante que la reactivación económica se impulse cuidando, sí, el bienestar de la gente, pero teniendo como elemento fundamental a la economía y empleos formales.

No hay que perder de vista que estamos viviendo circunstancias inéditas, una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes, que exigen la suma de voluntades para tener oportunidad de salir adelante.

El gobierno debe contar con el arroyo total de sociedad e iniciativa privada, para que sea la suma de capacidades y fortalezas lo que permite contar con motores con capacidades correspondientes al tamaño del problema.

Pensemos en el bienestar... Pero se necesita ante todo evitar que se vaya al diablo el PIB...

Se necesita que los empresarios del país tengan condiciones que les permitan trabajar, generar empleos, vender, cobrar y pagar a su cadena de proveedores, para crear cadenas de círculos virtuosos que permitan fortalecer mercados locales y sectores productivos.

Por mucho que el gobierno se empeñe en ser el gran motor de la economía, lo sensato es dejar que cada parte cumpla con el papel que le corresponde.

Veamos como ejemplo los recientes indicadores del INEGI, que establecen que del total de la producción de la industria de la construcción, 81% corresponde a la iniciativa privada y apenas el resto, que sigue siendo mucho, es generado por los gobiernos y organismos públicos.

No hay duda, la construcción puede venir a salvar nuestra economía, pero para que eso sea, es fundamental entender que eso solo será posible si la iniciativa privada participa en el proceso, aportando sus capacidades operativas y financieras, y su enorme experiencia.

Porque claro que son importantes los programas de autoconstrucción que ha anunciado el Presidente, pero hay que entenderlos como solo un complemento a un sistema de construcción que para poder funcionar requiere la participación del sector privado.

¿Es deseable que la gente tome un crédito Infonavit o Fovissste para autoproducir su casa? Sí, en tanto se entienda que esto no es algo que sea solución universal para todos los segmentos de la demanda... Sí, en tanto se entienda que para autoproducir con calidad, se requiere el acompañamiento de especialistas, permisos municipales y que las obras se hagan en terrenos regularizados que cuenten con infraestructuras y servicios públicos.

Sí, en tanto se entienda que la vivienda es un complejo sistema, en qué hay cabida para un porcentaje de autoproducción, pero también para un porcentaje mucho mayor de atención a la demanda vía desarrollo industrial de viviendas realizadas por el sector privado.

Claro que es deseable que un segmento de población pueda autoproducir su casa... Pero también lo es que la iniciativa privada reactive la construcción, el sector inmobiliario y la vivienda, y detone con ello un efecto positivo en la economía y la generación de empleos.

Y ante todo esto, la muy buena noticia es contar con el enorme potencial de los dos grandes fondos de vivienda que tenemos en el país, Infonavit y Fovissste, que cuentan este año con más de 700,000 créditos para atender las diferentes necesidades de vivienda de sus derechohabientes, lo que permitirá atender la autoproduccion, al mismo tiempo que la construcción industrial de vivienda, lo que en conjunto representa dinamismo para la economía y los mercados locales, y muchos empleos generados.

Venga, que la oportunidad está en los ladrillos...

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.

@horacio_urbano