El impacto del arribo del SARS-CoV-2 ha sido masivo y universal. Sus repercusiones no se han limitado a las esferas sanitaria y económica, sino que han dejado huellas en materia política y electoral.

Los errores cometidos por la Organización Mundial de la Salud y los gobiernos nacionales han hecho mella en el electorado. Previo a la irrupción del virus, los indices de aceptación del presidente Donald Trump habían alcanzado su cenit dentro de la administración de la respublicano. Ello derivó, en buena medida, de los aceptables niveles de desempleo y del crecimiento económico heredadados de su predecesor, el demócrata Barack Obama.

Sin embargo, y para fortuna de muchos, Donald Trump fracasó en su intento de permanecer en la Casa Blanca como consecuencia de su lamentable gestión de la pandemia y la consecuente crisis económica que golpeó a millones de familias estadounidenses. Joe Biden, su rival demócrata, fue capaz de capitalizar el descontento popular, y así asegurar los votos de más de 7 millones de estadounidenses en comparación con su rival republicano.

El virus, no obstante, ha lastimado severamente a otros gobiernos por igual. De acuerdo a los últimos sondeos, Marine Le Pen, líder del Rassemblement National, partido de la extrema derecha francesa, se ubica ahora, en las preferencias electorales, ligeramente por encima de Emmanuel Macron, quien buscará la reelección en la presidencia de Francia en 2022. Este suceso podría confirmar la ascendencia de los partidos extremistas europeos. En este tenor, Macron y Trump son ejemplos de jefes de Estado en turno que han sufrido políticamente el embate de la pandemia.

¿Qué ocurrirá en México? Para fortuna del presidente López Obrador, su mandato concluirá hasta diciembre de 2024, lo que le permitirá sortear la embestida inicial del covid-19. Los tiempos le han sido favorables, y no deberá encarar personalmente al electorado hasta dentro de los próximos tres años, cuando nuestro país contará -así lo esperemos- con la mayoría de la población vacunada y una inmunidad cuasi universal.

Sin embargo, el futuro de la autoproclamada 4T sí que estará en entredicho el próximo 6 de junio. ¿El electorado mexicano reclamará a AMLO en las urnas la mala gestión de la pandemia? ¿reproduciremos lo acontencido en los Estados Unidos con la derrota de Donald Trump y la pérdida del Senado republicano? ¿Seremos políticamente maduros para castigar en las urnas los errores del presidente y de Hugo López-Gatell? Las respuestas a estas interrogantes permanecerán inciertas hasta haber conocido los resultados electorales. Sin embargo, a la luz de las encuestas, la mayoría de los mexicanos parece exculpar a AMLO y a su gobierno la catástrofe pandémica y la crisis económica.

En suma, el maldito virus ha alterado invariablamente los balances políticos alrededor del mundo. Ha desterrado presidentes y alterado equilibrios del poder. En México, no obstante, AMLO y su partido, a pesar de la estrategia fallida y los miles de muertos, el electorado parece exculpar – por ahora- el sinnúmero de errores cometidos. ¿Popularidad inexpugnable del presidente o inmadurez política? 

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