La alternativa que propuso el mandatario para deshacerse de la aeronave presidencial, vuelve a tomar efervescencia, parece que se volverá realidad próximamente. Hace apenas unos días, Andrés Manuel López Obrador alertó a una oposición que no ha podido ni siquiera asomar las narices en los temas donde el ejecutivo federal tiene un amplio dominio de la agenda, que el artefacto tenía varias propuestas con la finalidad de alcanzar una remuneración económica o en especie.

Desde que Andrés Manuel hizo la propuesta en las mañaneras, por supuesto que me causó risa; sin embargo, nunca me pareció descabellada la idea, porque evidentemente resultaba: incomprensible y vergonzosas las anécdotas repletas de frivolidades, lujos, corrupción y dispendio; es por ello, que en particular me parece una connotación divertida, pero muy atinada. López Obrador ha buscó alternativas de vender el avión presidencial, no obstante, al parecer es dificilísimo encontrar un comprador por el desafío económico que constituía pagar el enorme costo de la aeronave.

En función de ello, una de las prioridades del presidente, fue precisamente erradicar los episodios exacerbados que se consolidaron con mayor nitidez en la época Calderonista y de EPN. Entre ellos, se destacaba vender rápidamente uno de los ejes que simbolizaba la similitud más peyorativa de la desigualdad social; y la premisa de cambiar el fenómeno de aquel horizonte que durante décadas laceraba la percepción de diversos sectores que sufrían de la indiferencia y la orfandad de la poca moralidad de sus instituciones y gobernantes.

Seguramente todos aquellos opositores desilusionados, y personajes que viven y se alimentan de los posicionamientos de Andrés Manuel, afirmarán que es una locura el esquema que propone el presidente. Desde nuestra opinión, para nada esta acción implica un acto de ocurrencia, barbaridad o disparate; al considerarse un objeto de esa envergadura, por supuesto que genera suspicacia; pero de ahí, a que eso represente una verdadera estupidez, difiero totalmente de ello. Si el avión servirá a fin de operar programas sociales a través del intercambio de instrumentos, mecanismos y materiales que incentiven proyectos de salud: bienvenido sean; si el aeroplano tenderá a manifestar un bosquejo presupuestal en dirección a construir escuelas, hospitales, carreteras, no veo por qué AMLO deba quedarse con los brazos cruzados, la mejor opción en venderlo, o reconocer que la rifa del siglo representa una viabilidad a renunciar a todo aquel aparato de ostentosidad y frivolidad excesiva de una aristocracia que vivía a expensas de la mirara indefensa y endeble de una sociedad.

Para nada esto representa una cortina de humo; ni consiste asimismo, en buscar las condiciones a concentrar la atención en ese rubro. De antemano Andrés Manuel mantiene una injerencia dominante con o sin avión; más bien, la debilitada oposición, quiere capitalizar cualquier tema de la agenda para percibir sí por lo menos tiene un poco de atención. Por lo pronto: quiero un boleto ahora que comience la rifa; adicionalmente de ser una acción histórica, quizá sea el afortunado de ganarme esa aeronave. ¿Y si me gano el Avión? Parece un acto complicadísimo, pero no imposible. Desde ahora podemos ir anticipando que será un éxito total ese acontecimiento; es más, una connotación que marcará un precedente mundial. No es necesario descubrir, ni pronosticar esa hazaña; esos boletos además de tener un valor histórico en la memoria de México, se terminaran, no por el hecho de seguir a López Obrador, sino, porque estábamos cansados de la clase potentada que teníamos. En solidaridad por mi país, desde ahorita voy ahorrando 500 pesos.

¿Y sí me gano el Avión? ¡Qué felicidad!

Voy a participar…..