Ni siquiera Vicente Fox ha sido ese personaje brabucón, malhablado y populista de hace 19 años; ahora tiene una nueva faceta de mártir de la democracia, “compungido y preocupado por el momento que atraviesa el país” (insensatez); al igual, tampoco Felipe Calderón es la panacea de esa sombría oposición que se desinfló ante el arrastre dominante de López Obrador. El primero, hasta cierto punto resulta preocupante la forma en la que elabora su lingüística, pero alarmante en el sentido fantasioso y quimérico (patología obsesiva compulsiva); más allá de que sabemos cuyo lenguaje es indecoroso, burdo, soez y desatento. Vicente está atrapado en una encrucijada de credibilidad y confianza; “Chente” ya no se encuentra a la altura política porque ni poder de convocatoria posee. Si partimos de aquel proceso de transición del año 2000 que esencialmente se alimentaba de los disparates lanzados por un estereotipo que verdaderamente tuvo una influencia decisiva para sacar al PRI de Los Pinos, queda claramente en el ocaso.

Esa dualidad que caracteriza a Fox no abre ni la más mínima posibilidad de ascenso a que se estructure un contrapeso poderoso que formule una expresión con diversos partidos políticos que han mostrado su rechazo abierto contra el presidente (todos están moralmente derrotados). Será que Vicente ¿realmente tiene ese poder de arrastre? o ¿Fox ignora que ya goza de un remolino insostenible de impopularidad? Pienso que ambas, porque desbarataron esa idea absurda de tejer una columna vertebral suficientemente capaz y poderosa como a fin de enfrentar las próximas elecciones del 2021, donde evidentemente es la prueba de fuego para Andrés Manuel López Obrador y Morena; pero indudablemente, el escenario grave que podemos considerar es el pronóstico de varias encuestas que colocan en términos políticos al PAN en la lona, al PRI al borde de un agujero, y al perredismo al filo de su final.

¿Así quiere asediar Vicente a López Obrador? Es curioso, pero Fox ha dejado de ser un actor que impacte en los temas de la agenda pública. Sencillo: tiene una tendencia muy alta a elaborar mentiras; lo que propone a veces produce hasta cierto punto risa; es dependiente de las decisiones de Martha Sahagún; su semejanza se canaliza a un expresidente que representó al continuismo simplista del presidencialismo; y, por último, las discrepancias que tienen con la sociedad pulverizan cualquier propuesta que lance para captar la participación de los diversos sectores.

Y ¿entonces Calderón?

-No he podido comprender el sustento con lo que Felipe Calderón argumenta que México Libre es la única alternativa que puede aglutinar una representación política fuerte para competir contra el dominio que actualmente conserva Andrés Manuel López Obrador. En primer lugar, ha sido sumamente concluyente todo ese clima remoto fraudulento, clientelar y ominoso que demostró el exmandatario en uno de los sexenios oscuros y desvirtuados por un hilo de acciones que representaron los hábitos que erosionaron los procedimientos institucionales más corruptos; cabe recordar, además de ese excesivo pasado autoritario, Felipe Calderón diseminó fracturas y disputas abiertas dentro del panismo Nacional. Pero, eso ahora es lo menos cuestionable; es evidente que esa serie de conflictos y adversidades colocan a Calderón en un terreno que pone en entredicho la bipolaridad y ambigüedad que posee el expresidente. Hay una desconfianza que ha vulnerado cristalizar un propio partido político; Felipe de Jesús no ha tenido la capacidad de reorganizar ese arrastre que algún día tuvo; tiene problemas de convocatoria en las asambleas distritales; algunas son suspendidas; y otras, reflejan la escalada ola de descenso e impopularidad que tienen.

Todos esos factores han acelerado a que los Calderón adopten ese guion que evidentemente exacerba a una sociedad; la única estrategia y motor, es precisamente una avalancha de publicaciones en las redes sociales, que se ha convertido en un círculo vicioso que canaliza toda esa rabia y odio ante el menosprecio al presidente y sus políticas públicas.

¿Por qué Calderón y Fox no han puesto los pies en la tierra? ¡Ya no representan políticamente nada!; han precipitado su descenso acelerado; sus políticas: plantean ese esquema continuista y neoliberal, pero de igual forma autoritario y corrupto; quizá lo más grave, es que cada vez que atacan mediáticamente: se encuentran una muralla social que sigue mostrando su respaldo al presidente.

Felipe y Fox nunca cumplieron sus promesas.

Ahora confían en su imagen, sin embargo, ésta se ha esfumado y carga una enorme losa ante el rechazo de la sociedad. Eso es, indiscutible. ¡Pongan por favor los pies en la tierra! Han sufrido un golpe devastador llamado indiferencia y desconfianza.

Ahora le están apostando al mismo aprendizaje y habilidad que tienen: la guerra sucia.

Eso no tiene otra concepción más que fracaso.