Lo más trascendente de esto hecho, gira en torno a dos aspectos sustanciales de una interpretación que simultáneamente se situaron en mi remembranza el día en que Paco Ignacio Taibo II acudió a la ciudad de Apatzingán, por invitación del edil municipal José Luis Cruz Lucatero. Quizá, la primera fue haber recordado aquellos capítulos llenos de historia en la memoria de José María Morelos y Pavón, el cual, centró su epicentro emancipador constituyente el 22 de Octubre de 1814, en uno de los territorios de la tierra caliente michoacana. A la hora en que Paco recorrió los pasillos de la emblemática casa de la constitución, observé esbozar una mezcla de alegría y entusiasmo por el estupor de revivir el sendero cronológico que relató la conmemoración de aquel Congreso para la libertad de América Latina.

Y en segunda, eso seguramente propició que hiciera algunas reflexiones de lo sustancial de tener a una de las figuras más brillantes del México contemporáneo. Paco Ignacio Taibo II ha sido objeto de estudio de miles de capítulos que han incurrido en hechos que vinculan una narrativa histórica de devenir sociocultural. Ahí, el lector ha encontrado esa lingüística que Taibo le imprime a todos aquellos relatos tan apasionantes, en un sinfín de libros que retratan situaciones que hoy por hoy podemos reconstruir bajo su expositiva semblanza que ha quedado ya marcada.

Por ello, cuando se anunció que la visita de Taibo a la ciudad de Apatzingán era prácticamente un hecho, no dudé ni un segundo en buscar la manera de aportar un granito de arena a esta causa tan significativa. Pero, el mérito, recae en la figura del presidente municipal José Luis Cruz Lucatero porque gracias a las gestiones y visitas a la ciudad de México, se concretó una agenda integral a la capacitación de talleristas en el centro cultural de la Estación; lugar, donde el Fondo de Cultura Económica, atiende a cientos de apatzinguenses que aprovechan estas herramientas y mecanismos, para adentrarse al mundo de la lectura y el conocimiento.

Finalmente, pudimos coincidir que la visita de Paco Taibo a la región de la tierra caliente michoacana, fue muy productiva. Aquí, conviene describir la naturaleza de los paisajes del valle de Apatzingán; igualmente, el esplendor gastronómico como la morisqueta, que internacionalmente es famosa; también, los huchepos, la birria, el aporreadillo, las enchiladas y las tostadas emblemáticas de lomo que forman parte del enorme catálogo exquisito. Seguramente, el escritor degustó nuevamente en rememorar la conformación cronológica de los acontecimientos ocurridos en 1814, con la representación gráfica de artículos y fotografías que invitan a realizar una breve mirada al pasado que culminó con la firma del decreto emancipador. Asimismo, no hay suspicacia que esa herencia milenaria tan trascendental en el tema de la gastronomía, — no fuese ignorada por el historiador. Paco probó la riqueza que destaca en la cocina, puesto que Apatzingán por décadas se sitúa como el epicentro que ha adoptado los platillos más ricos de la extensión. (De eso he sido testigo presencial, porque mis raíces genéticas vienen de ahí)

Pero el punto central confirmó que la ruta que ha adoptado el presidente municipal José Luis Cruz, es la correcta. Uno de los atributos más sustanciales: es adentrarse a lo maravilloso e innovador que son plasmados en algunos fragmentos de autores, que suelen ser interesantísimos por los rasgos que poseen su habilidad; esto, obviamente trasciende porque nunca la influencia de un edil había tenido tanta resonancia a buscar que la sociedad se empapara de estas actividades que tienen un funcionamiento apasionante. Al menos, así lo percibí cuando cientos de jóvenes y adultos, miraban con detenimiento el fenómeno social que constituye un escritor como Taibo II. Su presencia influyó a tal grado, que movilizó un poder de convocatoria para escuchar la retórica de un máximo exponente. Ese factor, indudablemente posiciona el efecto de los resultados que se han adquirido en esta administración José Luis Lucatero; ante esos triunfos, pongo el interés particular en que estas dinámicas sigan vigentes bajo la visita constante del novelista y director del Fondo de Cultura Económica.

La visita de Paco Ignacio Taibo a la ciudad de Apatzingán cumplió las expectativas. Su carismática imagen, tienen evidentemente una identidad con la llamada cuarta transformación; ahí, la afinidad se afianza para expandir este dinamismo en que todo el tiempo persigue el apoyo a la ciudadanía. De eso no me quedó ninguna duda. Por cierto, le agradezco al presidente haberme conseguido una dedicatoria especial en una narrativa de Taibo; debo decirlo con toda la sinceridad del mundo, que soy un apasionado de su lectura, sobre todo, en la cronología que le hizo a José Doroteo Arango (Pancho Villa); al mismo tiempo, los fragmentos que imprimió en los tomos de Patria: una interesantísima mirada del pasado en que se constituyó la resistencia militar de nuestro país.