Era la etapa de 1990 y la transición al paradigma político tomaba auge en la corriente democrática; ese eje, poseía y se alimentaba a través de una combinación de animadversión y esperanza por el sentimiento que se instaló en mi ser, ya que los recuerdos formaron siempre una conciencia autónoma con convicciones firmes, por una ideología bajo el efecto de la izquierda ideológica. Quizá, esto se instalaba porque entre el núcleo familiar, giraba una diversidad de opinión cuya existencia se fundamentaba en el plano de aquellas causas que atraían la narrativa sin sesgos, ni prejuicios. La simpatía por los grandes movimientos sociales, desbordaban palpitantemente las razones obvias que hoy plasmo en mis textos; es innegable no poder mencionar lo apasionante que fue conocer la entrañas de la revolución mexicana y Cubana; asimismo, monumentales figuras de la lucha latinoamericana que fueron pieza fundamental como Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos, Fidel Castro, Salvador Allende; y en nuestro país, la dirección firme de Benito Juárez, Melchor Ocampo, Francisco Villa, Emiliano Zapata, Lázaro Cárdenas y personajes contemporáneos recientes como Cuauhtémoc Cárdenas y el propio Andrés Manuel López Obrador.

Es trascendental mencionar todos esos acontecimientos que han quedado grabados y ahora, han permitido descubrir en la parte intrínseca, para poder procesar bajo la firmeza de un pensamiento sólido de una metamorfosis de expresión a partir de 1993, cuando compartía la esencia de una versión del PRI podrida y autoritaria; tal vez, eso se convirtió en esa atracción perdurable que ha sido mi fiel compañera desde hace muchísimos años: la representación de acciones democráticas que mediante mecanismos políticos, tengan una ruptura con aquella dominación que debilitó las instituciones y el sistema en nuestro país cuando sembraron aquellos lastres de la opulencia, la corrupción y el fraude.

En esa etapa sustancial de 1993 a 2018, han existido contratiempos como el elemento común que definió un régimen lleno de desigualdad e injusticias; esas funciones, fueron suficientes para acompañar un proyecto que abrazó profundamente esas causas, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Es inocultable no poder mencionar el sinfín de ocasiones que explícitamente he manifestado mi respaldo al ahora presidente; creo en un diseño de Nación por la incertidumbre que descifré de aquellos gobiernos que han actuado con irresponsabilidad; es por ello, que me ubico en ese espacio y contexto porque además de ser palpitante los temas de dominio político, con certeza y autonomía he creído siempre en un motor progresista y un propósito democrático que sea la palanca de transformación.

Partiendo de esa premisa, lo digo abiertamente en virtud de que han arremetido en un servidor; quizá, porque algunos me ven inexperto o en su defecto joven; sin embargo, a fin de cuentas es evidente que me situó en una posición clara que depende en gran medida, de mis convicciones y la toma de decisiones sin anclajes, ni condicionantes. Al parecer, eso ha inquietado a muchos que se empapan de malos comentarios, y de una irritación puesto que en el universo político he encontrado resonancia, de la misma manera, una desconfianza que ha invadido el pensamiento por aquel aparato que se caracterizaba por la devoción al conservadurismo.

Hoy por hoy, mi creencia y mi proyecto se mueve por el rostro de Cristóbal Arias Solís. El legislador en estos momentos representa no solo un esquema impresionante alrededor de aquella remembranza de movilización de los años 90s, sino, la esperanza que he depositado de forma muy significativa en mi pensamiento y mi convicción como ciudadano consciente, libre, autónomo e independiente. Antes de que la suspicacia este invadiendo a muchos detractores, he decidido desde algunos meses, sujetarme de un bagaje que definitivamente considero esperanzador porque la historia nos hace recapitular y reflexionar que el senador por Michoacán, tiene destinado una cita pendiente que le fue arrebatada, ya que las reglas del autoritarismo, permitían maquillar y manipular las elecciones a su antojo. Por ello, descubrí nuevamente que es medular creer en los proyectos; para nada es un defecto, ni mucho menos un servilismo. La experiencia aunque sea poca, me ha enseñado a plasmar mi sentimiento que se ha acelerado últimamente.

Esta génesis, cobra impulso ya que quiero ser objetivo, claro, conciso. Asumo esa responsabilidad, pero me siento orgulloso de expresar libremente mi concepción; lo cual, por supuesto que ha cobrado difamaciones, comentarios, críticas; sin embargo, me siento tranquilo, ya que esto me permite transitar con una bandera que se ha ido fortaleciendo, y que además he podido conocer no solo porque representa la imagen histórica y contemporánea de una narrativa en personajes como Arturo Herrera Cornejo, mi padre José Javier Lozano y Amador Jiménez que conocen a la perfección el caminar impresionante del rostro más visible de Cristóbal Arias Solís, un referente que tiene evidentemente un apunte en curso con la historia a posteriori.

Esta es la expresión honesta, si bien también convencida, de que el caminar explícito de acompañamiento, será con ese transitar que ha establecido la agenda del senador Cristóbal Arias Solís: un rostro que nuevamente edifica un éxodo masivo, real, palpable, tangible; pero de igual forma, integral, y a fin de cuentas alentador. Por lo pronto, pude conocer el realismo apasionante que produce una gira de trabajo por los municipios donde la vinculación con la sociedad y los poderes del Estado, juegan un papel preponderante.

Hay instantes decisorios, este es uno de ellos en las que las definiciones contrarrestan esa oleada malintencionada por aceptar que hemos decidido encarar una ruta con determinación, pero también con compromiso y responsabilidad. Las razones son obvias, creo y abrazo un dirección, como lo han hecho varios personajes de la talla de John M. Ackerman, Elena Poniatowska, Paco Ignacio Taibo II y muchos más sociólogos e investigadores donde abiertamente le han mostrado su respaldo al ahora presidente. Ese es mi caso, con fidelidad, lealtad y sin cortinas lo menciono abiertamente, porque no me gusta la hipocresía.