Todo ciudadano puede y debe inconformarse de manera pacífica si así lo desea porque hay la absoluta libertad para hacerlo. El derecho de réplica está garantizado. El respeto y dignidad de los individuos es el cimiento del gobierno de la 4T y el urgente deber prioritario hoy es sin duda el dirigir su inteligencia para lograr sentar las bases de la guardia nacional y así pronto poder garantizar la paz en el territorio. Para fin de año comenzaremos a ver el cambio. Pero la mala leche opositora no quiere esperar e intercede vociferando falsa angustia, utilizando para golpear al gobierno el triste caso de una pobre niña asesinada. La página de la niña Fátima no será volteada, como sucedía antes, se hará justicia. Lo que resulta verdaderamente patético es este oportunismo mediático tan obvio como inmoral.

Intentan obstaculizar el éxito del gobierno actual que ha restaurado la fe de los ciudadanos, porque saben la mayoría del pueblo ha dado su entera confianza al trabajo proactivo que ejecuta la 4T en todos los frentes. La “descomposición” mostrada repetidamente en pantallas asociadas con el régimen opresor que antes desaparecía personas sin dejar rastro, hostiga a la población ya sea utilizando su tiempo al aire en medios masivos--o su tinta venenosa-- para apoyar pintas agresivas en muros de palacio nacional, para avalar desmadres de grupos violentos, para pregonar fracaso de la fiscalía. Es decir, aportan para violentar nuestras calles, apuestan a desestabilizar, se cuelgan de la tragedia ajena mostrándose como lo que han aparentado no ser, pero en realidad son: viles traidores—o traidoras-- a la patria.

Y en efecto lo fue Liébano, exsecretario particular de Ernesto Zedillo, quien carece de autoridad moral habiendo sido corresponsable de fraguar la mayor tranza financiera ejecutada por gobierno alguno en el mundo, el famoso FOBAPROA conocido como “el fraude del siglo”, que en un santiamén convirtió cuantiosas deudas de empresas privadas en deuda pública y que hoy luego de más de 25 años seguimos pagando con nuestros impuestos los mexicanos. Pero hoy el pueblo ya detecta con bastante precisión quiénes pertenecen a esta parvada de zopilotes carroñeros y falsos pronosticadores de mal agüero. Hemos avanzado socialmente en año y medio, más que en los últimos treinta.