En el marco del panorama político se vislumbran sutiles atisbos de esperanza para la izquierda electoral mexicana, que con el paso del tiempo, y siempre y cuando se tomen las decisiones correctas, irán deviniendo inexorablemente en potenciales sueños realizados y metas alcanzadas.

 

Por segunda vez consecutiva logran las fuerzas progresistas posicionarse como la segunda fuerza política del país luego de una elección presidencial. Asimismo, vuelve el principal partido izquierdista a comenzar un sexenio con dos presidenciables fuertes y de peso. Se lograron importantes victorias electorales durante los anteriores comicios federales. Y se logró la unidad.

 

Sin embargo, todo lo anteriormente mencionado dependerá, insisto, en que se yergan nuevos líderes en los partidos PRD, PT y MC que logren conducirlos de forma inteligente, cristalizando una oposición conciliadora y no polarizante. Deberán renovarse los cuadros, elevarse el discurso y enaltecer la riqueza ideológica que anida en la izquierda.

 

Por otro lado, será imperativo que tanto el Partido de la Revolución Democrática, como el del Trabajo y Movimiento Ciudadano, comiencen a abrirle de par en par las puertas a la juventud mexicana, que será elemento esencial para la modernización y renovación del izquierdismo mexicano. En caso de que se les mantuviesen las puertas cerradas, será ésta la que le cierre las puertas del futuro a dichos partidos.

 

Mas no será fácil. El actual conflicto poselectoral, conformado por una serie de medios de impugnación establecidos y contemplados en ley, que no ha afectado en lo absoluto a terceros, no obstante esto último ha desatado un escarnio que durante las elecciones dormitaba ávido de despertar. Todo contra la izquierda. Se tendrá que aplacar lo más pronto posible, con miras, en primer lugar, al 2015.

 

En fin, se vienen tiempos mejores para la izquierda. Siempre y cuando se hagan las cosas bien.

 

A crear conciencia.