Batallé para dar con él y cuando finalmente lo hice me explicó que aunque con su esposa y sus hijos se encuentra ya en el “exilio” teme que sus familiares sean hostigados por las hordas que brotan como gremlins en aguacero en contra de los opositores visibles del régimen.

También tiene miedo de que a sus ex socios les caigan los esbirros fiscales que acosan a quienes no han podido presentar su declaración anual 2020, porque una de dos, o cargan a la virgen (pagan impuestos) o truenan los cohetes (pagan la nómina y a proveedores).

Les platico: Se llama Rafael y usó el apelativo de Cobián cuando firmó una carta que le mostró una amiga activista que conoció su caso.

Tiene 57 años, no estudió carrera profesional porque su madre, viuda y con hijos chiquitos, no pudo costeársela. Empezó a trabajar a los 16 años como comerciante.

El negocio creció y entró en la construcción. Luego compró un hotel viejo, lo remodeló y relanzó. Sus empresas llegaron a darle empleo a 627 colaboradores directos en México. Indirectos, más de 100.

Educó a sus hijos en el amor a México y predicando con el ejemplo les mostró que el patrón come al último, porque primero es la nómina, luego los proveedores, en seguida los impuestos, después reinvertir y al final, si queda algo, los dividendos y las ganancias para el dueño y sus accionistas.

A Rafael, el gobierno nunca le regaló nada. Con él no hubo ni Fobaproa ni componendas fiscales. En el 2018 votó por López Obrador si saber gran cosa de política. Tenía 18 años de estar oyéndole sus discursos y llegó a creer que se trataba de un buen hombre.

El tiempo pasó y cayó en una profunda desilusión luego de ver cómo este personaje tomaba decisiones tan erradas como pagar una fortuna por cancelar las obras del aeropuerto de Texcoco que muy bien pudo ser concluido al mismo costo; luego de verlo acusar a tantas personas tantas veces de corrupción pero no hacer nada al respecto; y sobre todo ahora que sin ser un científico veía como el mundo entero caía por el coronavirus mientras que él decía, “salgan a la calle, dénse besos y abrazos”, para después echarse para atrás y decir que siempre no, que quédense en su casa.

Hoy se siente traicionado al ver las absurdas decisiones que MALO toma, como despreciar las ayudas económicas que ofreció el Banco Interamericano de Desarrollo a empresas mexicanas que se están muriendo por la paralización de la economía.

Después de más de 40 años de estarse levantando a las 5 de la mañana para abrir el negocio, de partirse el lomo para hacer crecer las empresas y fomentar el empleo y el bienestar, se siente engañado por el gobierno de la 4T.

Después de toda una vida de cumplir como ciudadano, está convencido de que este gobierno es igual o peor que los anteriores.

De Aquí en adelante, cedo a Rafael la palabra. Abro comillas:

“Ya no estoy en edad de emprender epopeyas; eso le toca a las siguientes generaciones. Quizás me llame un cobarde, pero la decisión ya la he tomado, hoy cerraré mis empresas, dejaré si trabajo más de 600 familias, liquidaré a todos mis trabajadores conforme lo que manda la ley y a algunos les daré un bono extra.

Con mis ahorros y las propiedades que he adquirido y en las que he invertido como negocio patrimonial, me iré a vivir a Estados Unidos.

Ya me han autorizado para una visa de inversionista; allá me dan la bienvenida con mi dinero. Me garantizan un estado de derecho, reconocen el esfuerzo realizado para poder acumular una pequeña riqueza.

Insisto, quizás sea un cobarde, pero no soy ni militar, ni político, soy un simple empresario.

Me voy de México con el corazón partido. Pero no puedo continuar enfrentando a la locura de alguien que no entiende de razones.

Presidente López Obrador, a ver cómo le hace para alimentar a los más de 600 familias quienes hoy pierden su ingreso, a quienes yo como con mi esfuerzo, mis estrategias, mis viajes, mis desveladas, mi creatividad como empresario, pude servirles como administrador provisional de bienes y dinero durante estos años.

A ver quién paga el Seguro Social de todos estos trabajadores y sus familias, a ver quién paga sus impuestos, a ver quién hace crecer la riqueza.

Porque no es lo mismo ser gobernante y vivir del erario, que crear la riqueza de la nada, que eso es justamente lo que hace el zapatero, la fonda, el mecánico y cualquier empresario sin importar cuál sea el tamaño de su negocio.

A ver cómo le hace, señor presidente, cuando otros como yo nos vayamos del país, nosotros que somos los generadores de la riqueza.

Claro que usted de esto nada sabe porque nunca ha trabajado.

No es lo mismo madrugar y andar de porro, que madrugar y trabajar, no nos confunda porque no somos iguales.” Comillas cerradas.

 

CAJÓN DE SASTRE

“Vale la pena luchar en un país donde ni el gobierno ni sus atolizados (de atole con el dedo) aprecian tu lucha?

No estamos lejos de un éxodo como este y es desgarrador tener que salir de una nación porque no se ve la luz al final del túnel.

Seguramente hay muchos en la posición de Rafael, pero son muchísimos más -la mayoría- los que no podrán hacerlo y entonces, se abre la opción de hacer Patria desde adentro”, dice la irreverente de mi Gaby, pensando en las alternativas alrededor de Pedro Luis Martín Bringas, Roberto Berlanga, Sergio Arturo Vela, Luis Gerardo Treviño y de quienes los apoyan.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “María Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Es miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 50 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras, de distinguidos comunicadores. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.