María Trinidad Gutiérrez es una paciente del Instituto de Cancerología. Vive en Cuernavaca, pero debe recibir su tratamiento en la Ciudad de México; ella, como miles de personas, se ha visto afectada por los recortes hechos al presupuesto de la salud pública en México.

Por esa razón, el miércoles pasado visitó a la Cámara de Diputados. Tuvo la suerte de encontrarse con que la diputada Miroslava Sánchez, presidenta de la Comisión de Salud, daba una conferencia de prensa; sin dudarlo, la encaró para exponerle la falta de recursos en el sistema de salud. “La situación en el Instituto de Cancerología está terrible. Están recortando gente, no están cubriendo las plazas que se quedan vacantes, no hay medicamentos en muchos hospitales”, denunció de manera enérgica.

 Un día después, ahí mismo en San Lázaro, los propios directores de hospitales e institutos de salud más importantes del país documentaron el desastre que están viviendo, asegurando que cuentan con dinero para operar sólo hasta el mes de julio. El criminal recorte al presupuesto y el congelamiento de los recursos pusieron en riesgo la vida muchos mexicanos.

 Los directores de los Institutos de Pediatría, Neurología, Nutrición y Cancerología, así como de diversos hospitales, fueron notificados que se congelaron los recursos para hacer contrataciones médicas. Además, ninguno de estos institutos contaba ya con recursos para el resto del año, por lo que ya no podrían contratar personal operativo, pagar servicios de internet, adquirir medicamentos del cuadro básico, ofrecer estímulos adicionales para personal médico o la adquisición de insumos requeridos en área de terapia intensiva.

 La crisis es tan grave que tendrían que reducir el número de cirugías y los servicios de anestesia, el personal de suplencias y horas extras; y lo inaudito, no tenían dinero ni siquiera para cubrir sus consumos de agua y luz. Por ejemplo, el Hospital Infantil de México confirmó que en cuatro semanas más se agotará su el presupuesto, por lo que ha recurrido a una "reducción crítica" del número real de trabajadores y una disminución hasta en 50% de cirugías de alta especialidad.

 Los directores de institutos y hospitales confirmaron que el recorte realizado por el gobierno federal es de 2 mil 300 millones de pesos, lo que puso en riesgo los servicios que prestan a la población. Adicionalmente, en tan sólo cuatro meses, más de mil 200 trabajadores de base y de confianza del sector salud "renunciaron" o fueron despedidos de las instituciones en las que laboraban.

 De hecho, la propia Comisión de Salud de la Cámara de Diputados solicitó entregar urgentemente el presupuesto congelado para la operación de hospitales. “Los pacientes con cáncer no se congelan” ha dicho Miroslava Sánchez Galván, presidenta de la Comisión de Salud y correligionaria del Presidente.

 Ante la crisis desatada, la Secretaría de Hacienda tuvo que liberar el viernes por la noche los más de 2 mil 460 millones de pesos al sector salud a través de tres reservas al presupuesto asignado. Entonces, ¿quién engaña al Presidente? ¿Cuál es el propósito de dar un trato inhumano a miles de pacientes? ¿Qué intereses políticos están detrás de las decisiones de la SHCP?

 La denuncia de los diputados de Morena, el informe elaborado por los hospitales e institutos, la situación que observa el IMSS –y que provocó la renuncia de su Director General-, son pruebas fehacientes de una mentira descarada y criminal, frente a la crisis que vive el sector.

 Pero ante la tragedia que vive la salud pública en México, el Presidente López Obrador, una vez más, tenía otros datos. En respuesta a los reclamos de los directores de institutos de especialidades sobre la falta de recursos para sus organismos, dijo que el presupuesto para la salud del pueblo de México “no tiene límites en su Gobierno”. Y hasta entonces, tuvieron que liberar el dinero.

 Este lunes, seguramente escucharemos anuncios triunfalistas de haber rescatado a la salud pública de una crisis provocada, lo mismo por la corrupción del pasado que por la ignorancia e incapacidad del presente. Pero el problema no está resuelto; la crisis del IMSS y el ISSSTE es la misma: los trabajadores siguen despedidos y hay desabasto de medicamentos.

 Desde las entrañas de la cuarta transformación se lanzó una preocupante advertencia que podría resultar profética: “la gente se va a morir en las calles”, dijo Germán Martínez al Presidente, antes de presentar su renuncia como Director General del IMSS.

 Cuando eso suceda, no sólo habrá fracasado el gobierno. Habremos fracasado todos.